CULTURA CONTEMPORÁNEA

Unidad 2
 
 

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Ciudad y Cultura


La ciudad actual es compleja, muy diferente de la que hemos forjado en nuestro imaginario y almacenado como un valor de referencia. Además de la ciudad tradicional -la de los monumentos, las plazas históricas y los barrios-, y la ciudad industrial –desarrollada fundamentalmente a partir de la década de 1940-, existe la ciudad atravesada por lo global, que se conecta con las redes mundiales de la economía, las finanzas y las comunicaciones.


La distancia entre la urbanización globalizada y la ciudad tradicional es abismal en las grandes ciudades del segundo o tercer mundo. En gran medida, ello promueve algunos factores que se vinculan con el malestar y la conflictividad urbana en nuestras sociedades:
 

Los cambios en los “modos de estar juntos”. Esto es, de experimentar la pertenencia al territorio y de vivir la identidad.

La erosión del espacio público.
Los nuevos procesos de segmentación espacial y exclusión social.
La instalación de la “inseguridad urbana” como un tema prioritario de agenda política.
El recrudecimiento de formas de intolerancia hacia el diferente.



En las metrópolis –como la ciudad de Buenos Aires- los cambios culturales corren de la mano de las transformaciones tecnoperceptivas de la comunicación, el movimiento de desterritorialización de los mundos simbólicos, el desplazamiento de las fronteras entre lo local-global y lo público-privado, entre otros muchos fenómenos.

J. M. Barbero(1) señala que el paradigma informacional es hoy un eje rector en la planificación urbana. La preocupación de los urbanistas no es que los ciudadanos se encuentren e interactúen sino que circulen: es el concepto de la ciudad-pista, ciudades para ser atravesadas no para ser vividas.

El autor señala tres grandes movimientos que se han producido en los últimos años en las urbes:

1. des-espacialización,
2. des-centramiento y
3. des-urbanización.


1- Des-espacialización:

El espacio urbano no cuenta sino en cuanto valor asociado al precio del suelo y su inscripción en los movimientos del flujo vehicular. La materialidad histórica de la ciudad en su conjunto sufre una fuerte devaluación: la ciudad tradicional, la memoria y los valores ligados al patrimonio histórico pierden peso en función del valor que adquiere el tiempo, lo que Paul Virilio llama “el régimen general de la velocidad”.


G. Vattimo(2) asocia este fenómeno con un factor: el “debilitamiento de lo real” en la experiencia cotidiana del hombre urbano o, dicho de otro modo, el urbanitas de hoy se alimenta del bombardeo incesante de imágenes e información antes que de su propia experiencia. A su vez, ello va ligado al debilitamiento de la memoria que produce una urbanización salvaje, construida a despecho de toda referencia al pasado.

Eduardo Rinesi(3)puntualiza –en armonía con el tema que tratamos- que existen dos movimientos en las grandes ciudades:

 

el afán de desplazamiento, circulación, velocidad y
la apropiación privada de los viejos espacios públicos.
 

Dos momentos de una única tendencia por la cual la ciudad va perdiendo su valor de uso en beneficio de su valor de cambio, deja de ser una obra a disfrutar para convertirse en una pista a recorrer. La ciudad-pista corresponde a la lógica del movimiento y de la velocidad y debe garantizar a sus habitantes el más preciado de sus derechos: el de desplazarse, antes que el derecho a residir en un lugar.



Pensar

La ciudad ya no es el escenario en el que se despliegan las interacciones sociales, sino se ha transformado en un obstáculo que rápidamente hay que salvar. Las grandes autopistas sirven para ello, sitios donde el viajero –como lo destaca Catalá Domenech(4)- percibe cierto alivio por estar más cerca del paraíso, en tanto el infierno está debajo, donde en algún momento habrá que descender (por ejemplo por razones de trabajo para luego alejarse rápidamente).


Por otra parte, Rinesi señala la privatización simbólica de los espacios comunitarios de la ciudad, verificable por esos anuncios que dicen: “...a esta plaza la cuidan...” (bancos, empresas o supermercados a los cuales, por supuesto, les interesa cuidar de todos y el país).


Esto implica la reformulación de los viejos espacios públicos de la ciudad en términos estético-publicitarios antes que funcionales, en términos de lo exhibible antes que lo utilitario, privados antes que sociales.

En relación a la privatización de lo público, Beatriz Sarlo(5) afirma que suele ser irrelevante plantear falsas dicotomías como shoppings versus calesitas, pues el problema no son las calesitas sino el espacio público. Es decir, el tema es analizar los motivos por los cuales los shoppings derrotaron ciertas formas pasadas de entretenimiento:


la decadencia de los espacios públicos abandonados durante años por el Estado que no se ocupó de protegerlos y revitalizarlos;
la inseguridad que estimula a los sectores medios a refugiarse en sitios donde la iniciativa privada garantiza el orden;
y el triunfo de un imaginario de mercado.


Por ello, afirma Sarlo, al Estado no hay que pedirle que se afirme como custodio de una calesita sino en regulador de las fuerzas de mercado cuya lógica es la expansión sin límites, una potencia expansiva que tiende –si no se le ofrece una lógica de contención- a ocupar todos los espacios posibles.

2.

Des-centramiento:



Es la pérdida de la valoración del centro o, dicho de otro modo, la desvalorización de aquellos lugares que cumplían la función de centro, por ejemplo: la Plaza de Mayo en la ciudad de Buenos Aires. Suele haber un reciclaje de los centros históricos pero en clave funcional para la industria del turismo y la venta de imágenes de consumo externo.


El des-centramiento que subraya Barbero apunta a un fenómeno que hace hincapié en el privilegio de las calles, las avenidas, en la capacidad de operativizar enlaces, conexiones de flujos, antes que en la experiencia de la convocatoria de ciertos sitios para la interacción social, como por ejemplo: las plazas.


En el presente suelen ser los grandes centros comerciales los que reordenan el sentido del encuentro entre las personas, los que constituyen el escenario donde se despliegan gran parte de las relaciones sociales que en el pasado confluían en el espacio de lo público.


3.

Des-urbanización:



Se refiere a la reducción progresiva de la ciudad que es realmente usada por los ciudadanos. El proceso de segmentación espacial desarrollado en las últimas décadas y que es un correlato de la fractura social –tema que abordaremos en la próxima clase- corresponde a este punto que señala Barbero. Un ejemplo de ello son los nuevos espacios diseñados en el conurbano bonaerense para las clases medias y altas, countries, barrios cerrados, cambios en el mapa urbano que implican nuevas formas de violencia material y simbólica como resultado de la crisis social.

 

1 - Barbero J. M. (1994). “Mediaciones urbanas y nuevos escenarios de comunicación”. En Revista Sociedad Nº 5, Facultad de Ciencias Sociales: Universidad de Buenos Aires.

2 - Vattimo, G (1990). La sociedad transparente. Barcelona: Editorial Paidós.

3 - Rinesi, E (1994). Buenos Aires salvaje. Buenos Aires: Ediciones América Libre.

4 - Catalá Domenech J. M. (1993). La violación de la mirada. La imagen entre el ojo y el espejo. Fundesco: Madrid.

5 - Sarlo, B. (2001). Tiempo presente. Notas sobre el cambio de una cultura. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.

 
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