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- Una de las características más notorias de las asambleas es que por su crítica y descreimiento a la autoridad representativa no están organizadas en una estructura única y jerárquica, sino en redes flexibles y descentralizadas. Funcionan con coaliciones evolutivas, grupos de afinidad, decisiones consensuales, prácticas pluralistas. Dejan posibilidades de acción autónoma a los actores que se involucran en la lucha.
- Otro dato importante es la apropiación del espacio público, continuado en las reuniones en las esquinas, en las plazas, al pie de monumentos históricos de los barrios. Esta apropiación del espacio público como foro para los debates, discusiones, reclamos y propuestas contrastaba con las tendencias prevalecientes durante una década de privatización de los espacios públicos, individualismo y consumismo.
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Además de la Plaza de Mayo, lugar por excelencia de las protestas populares, en muchas plazas y esquinas de la ciudad se multiplicó la presencia de ciudadanos y ciudadanas.
Si tomamos la idea de movimientos sociales como espacios y acciones de interacción entre lo público y lo privado-cotidiano, esta definición implica una valoración positiva sobre el espacio de lo público, identificado éste con el ámbito de la sociedad civil y no con el Estado. Debemos distinguir, entre una esfera pública vinculada a lo estatal-institucional, por un lado, y una esfera pública referida al ámbito de la sociedad civil, por el otro.
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Esto no implica presentar, desde luego, a la sociedad civil y al Estado como compartimientos estancos. Ciertamente, ambas esferas no son independientes una de otra. Por el contrario, están estrechamente ligadas dado que el Estado no es socialmente neutro, en tanto no puede independizarse completamente de la influencia de determinados actores sociales que pugnarán por utilizarlo en beneficio de sus intereses (Angelone, 2003: 4). |
El replanteo de las relaciones de poder y autoridad, tanto como la construcción de una agenda de los actores sociales acerca de los intereses comunes recuperan para la sociedad el sentido de hacer política, no como la actividad de los partidos políticos sino, por sobre todo, de la ciudadanía:
“...las asambleas no son un movimiento como muchos otros movimientos típicos donde hay un objetivo y entonces se forman grupos para cubrir ese objetivo. Acá hay otra manera de construir un grupo (...), con un alto nivel emocional, con un nivel de indignación inicial, y es a partir de ahí que se puede pensar un grupo sin estructuras preconcebidas” (Ricardo, 42 años, asambleísta de “El Almacén”)
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En esta construcción se incorporan significados centrados en los aspectos distributivos, en especial los vinculados con la pobreza y la desocupación, que ya estaban presentes en los discursos de los ’90 acerca de las políticas sociales. Pero a diferencia de aquellos, anclados en el asistencialismo, los nuevos discursos se orientan hacia una politización creciente de la esfera de la producción y la reproducción social. |
Estos nuevos discursos incorporan
- el reconocimiento de las diferencias,
- la búsqueda de la dignidad,
- la desmitificación de las relaciones de poder establecidas,
- la construcción de interdependencias entre actores y organizaciones, articulaciones necesarias para un replanteo profundo de la política, entendida como interacción, como construcción social (Di Marco, 2003:30).
Focalizándonos en las relaciones de poder, y siguiendo a Holloway, podemos ver en las Asambleas Barriales un ejemplo de construcción ‘desde abajo’ que caracteriza a lo que él llama “poder-hacer en contraposición al poder-sobre” (Holloway, 2003).
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Mientras el poder-hacer es entendido como un poder social, en tanto la capacidad de hacer de cada uno es siempre el resultante del hacer de otros, es decir, fruto del actuar colectivo; el poder-sobre es entendido como el poder de aquellos que se apropian del hacer de otros y
lo declaran suyo.
Este poder-hacer se vio reflejado dentro de las asambleas por una heterogeneidad por los orígenes de quienes las componen y que fueron marcando el desenlace de las mismas: por un lado militantes de partidos de izquierda y por otro los vecinos-ciudadanos independientes. Mientras los primeros ven en las Asambleas el medio para la construcción de un nuevo régimen (“Que se vayan todos”), los otros tienen una perspectiva mas contradictoria de la realidad en donde comparten el “que se vaya todos” pero sin una propuesta clara en cuanto como resolver la crisis; pueden oscilar desde una visión autoritaria (un descreimiento a cualquier forma de de participación democrática) o una nueva forma de profundizar la democracia. Esta participación más directa de los ciudadanos permite ser interlocutores con el Estado para atender los problemas concretos. |
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A partir de esta experiencia se puede observar una institucionalización creciente del diálogo de los gobernantes con los movimientos a través de varias formas de
democracia participativa. |
Pero,
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¿Cuál ha sido la versión prevaleciente?, |
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¿Cuál es la verdadera intensidad actual de aquellos momentos de euforia?. Esto es lo que intentamos dilucidar en el siguiente apartado. |
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