3. El mercado y el Estado


En la relación que se produce entre el mercado y el Estado encontramos una marcada influencia recíproca, sea por motivos políticos o económicos.

En la historia de doctrinas y formas de la Economía, encontramos que en los inicios de la época moderna se impuso el mercantilismo, cuya idea principal es la del crecimiento de la riqueza y de las fuerzas productivas del país (“No el bien del individuo, sino el bien de la comunidad, hace grande al Estado” – Maquiavelo, Nicolás – “El Príncipe”), en donde la autoridad disponía las medidas económicas necesarias para el tráfico mercantil, limitado hasta ese momento por las murallas de las ciudades, pasando de lo urbano a lo nacional.(5)

El eje de la política económica mercantilista lo constituye el principio de la balanza de pagos favorable (“El dinero engendra el comercio” – Tomás Mun; “El oro es el nervio del Estado” – Bodino). Aquí las industrias de exportación fueron poderosamente estimuladas por medio de subvenciones y protecciones aduaneras; se suprimieron las aduanas interiores (entre ciudades); entre otras cuestiones.

Contra las trabas del mercantilismo se alzaron los fisiócratas (“Quien de manera continuada se obstina en no comprar nada a otro, llegará un día en que no podrá dar salida a sus mercancías” – Francisco Quesnay -1694/1774-). Estos opinaban que en Economía no se puede obrar arbitrariamente y que la fuente de riqueza nacional era la agricultura.
El mercantilismo elevó a primer plano el comercio exterior; los fisiócratas antepusieron ante todo al labrador; en la era del maquinismo se pone a la cabeza al industrial, apoyado en el campo teórico por la Escuela Clásica fundada por Adam Smith (1723-1790), el cual fue el primero en referirse a las ventajas de la división del trabajo.

Los clásicos eran partidarios del inhibicionismo absoluto del Estado en materia económica. El intercambio de los bienes en el mercado opera en la proporción a las cantidades de trabajo empleadas (David Ricardo – 1772-1823) y conforme un régimen de libre competencia sin trabas de ninguna clase.

La teoría económica clásica inglesa puso los cimientos del liberalismo económico.



El liberalismo económico defiende que el Estado intervenga lo menos posible en la regulación del mercado, dejando en manos de la libre competencia y de la acción de particulares la evolución de los precios y los salarios laborales.

Así, más tarde, los liberales alemanes, partidarios de la economía social de mercado, veían que el papel del Estado se reduce a vigilar que se restablezca la libre competencia y eliminar, cuando aparezcan, prácticas restrictivas, así como a suprimir cualquier obstáculo o intervención que introduzca perturbaciones al libre desenvolvimiento de la actividad económica.

Y cuando, en algún sector, por su peculiar estructura, la actividad tienda a concentrarse en una sola o en pocas empresas, su actuación debe ser fiscalizada en todo momento por el Estado, a fin de evitar que se cometan abusos (Hayeck, F. A. – “Camino de Servidumbre” – Madrid – 1946).



En contrapartida, en el socialismo encontramos un sistema institucional en el que el dominio sobre los medios de producción y la dirección de la producción misma están investidos en una autoridad central; es decir, un sistema en que los asuntos económicos de la sociedad pertenecen, en principio, a la esfera pública y no a la esfera privada(6).

Entonces, el socialismo defiende la intervención pública en las reglas del mercado y en la producción de bienes (establecimiento de un salario mínimo, control del precio de los productos básicos mediante intervenciones económicas sobre las fluctuaciones de precios, etc.).



ATENCIÓN:

Es muy difícil hablar en la actualidad de modelos puros, aunque es evidente que la intervención estatal en el mercado ha sido aceptada (en algunos casos) hasta por los liberales; y que éste (el Estado) debe proteger al individuo frente a las fuertes asimetrías que se dan en las relaciones de consumo.

 

(5) Enciclopedia Labor – Tomo II - Editorial Labor - Barcelona – España – 1966 – págs.194/207.
(6) Schumpeter, J. A. – “Capitalismo, socialismo y democracia” – Tomo I – Ediciones Orbis S. A. – Buenos Aires – Argentina – 1983 – pág. 224.

 
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