¿Qué significa la globalización?

Dimensiones, controversias y definiciones

Comunicación

En los mismos días en que se estaba produciendo el colapso del imperio soviético, Boris Yeltsin, a la sazón ya presidente de la desgajada Unión Soviética, pronunció desde lo alto de un tanque un valiente discurso dirigido a la población de Moscú, discurso que no fue retransmitido por la radio soviética (a la sazón en manos de los golpistas nostálgicos del Pólit buro comunista), sino por vía satélite a través de la CNN. Este momento tan histórico tan decisivo políticamente permite ver de manera ejemplar la trascendencia de una red de información global, simbolizada por los satélites.

La soberanía de la información del Estado Nacional como parte de la soberanía

política ha pasado a mejor vida. Los Estados Nacionales ya no pueden seguir viviendo losunos de espaldas a los otros: sus fronteras fortificadas son un coladero, al menos por lo que a su religación al espacio de la comunicación global se refiere.

Estamos, pues, ante la globalización informativa corporizada en los medios de comunicación transnacionales.


Medio Ambiente

Bastantes años antes, en la década de los sesenta, los biólogos de Ciudad del Cabo habían encontrado en la carne de pingüino una alta concentración de contaminantes industriales, que sin que nadie supiera cómo habían pasado de los productos y chimeneas de las fábricas químicas a los últimos rincones de una naturaleza aparentemente impoluta.

Con motivo de la cumbre sobre medio ambiente celebrada en Río en 1992 se concretó y precisó políticamente esta experiencia histórica de crisis ecológica global en la fórmula y exigencia de un desarrollo sustentable”. Aun cuando este principio se interprete de diferentes maneras en la práctica política de todo el mundo, toda vez que la conferencia posterior celebrada en Nueva York en el verano de 1997 ha demostrado la falta de consecuencias concretas de que adolecen tales cumbres, se ha convertido en la actualidad en un termómetro (contradictorio en cuanto a su contenido y, por ende, políticamente necesitado de negociación en cada caso) según el cual se puede medir y criticar las actividades y la conducta de todos los actores sociales de todo el mundo en casi todos los distintos ámbitos de la sociedad (desde el consumo hasta la producción pasando por la arquitectura, la política de transportes y municipal, etc.).

Se trata aquí de la globalización ecológica manifestada en la preservación del medio ambiente y sus ecosistemas.


Finanzas

Hace unos años, un joven malabarista de las finanzas precipitó en la ruina, mediante unas especulaciones transnacionales al límite de la legalidad, a un banco británico de vieja raigambre al hacerle perder en un breve lapso de tiempo miles de millones de libras. En plena fragosidad del mercado mundial, ha tomado forma una nueva economía virtual de corrientes monetarias transnacionales cada vez menos deudoras de un sustrato material y más de los sistemas informáticos y de la información en general. Los peligrosos aspectos especulativos resultantes se escapan a los controles de los Estados Nacionales, por no decir incluso que hurtan a las economías nacionales sus propios cimientos sin que esté a la vista un marco regulador para las economías transnacionales o globales.

Tiene que ver con la globalización económica y financiera virtual.


Trabajo

Ya no existe necesidad de que los operarios trabajen juntos en un lugar concreto para producir determinados bienes o servicios. Los puestos de trabajo se pueden exportar, lo que no impide que, al mismo tiempo, los empleados “cooperen” transnacional o transcontinentalmente, o presten servicios concretos en contacto “directo” con el destinatario o consumidor.

Formulémoslo con una comparación: así como se organizan algunos viajes internacionales de manera que se puede disfrutar de la primavera en los distintos continentes, así también se podrían repartir teóricamente procesos de trabajo y de producción en todo el globo terráqueo, pagados a la tarifa más baja y, sin embargo, consiguiéndose el rendimiento deseado en el plano de la colaboración.

Estamos aquí ante la globalización de la cooperación del trabajo respecto a la producción industrial.


Cultura

En febrero de 1997, Aicha, el último CD del exiliado argelino Khaled, llamado el “Rey del rai”, fue elevado al olimpo del pop francés y elegido como el mejor disco del año. El mero hecho de que el himno a una muchacha árabe suene en todas las grandes emisoras de radio francesas (no sólo en las emisoras “de segunda línea” en lengua árabe), es ya de por sí bastante revelador. Es una especie de entrada oficiosa de los inmigrantes magrebíes en la nación cultural (pop) francesa. Visto esto desde fuera, Khaled representa nada menos que a Francia. Su música entusiasma en países tan distintos como Egipto, Israel y hasta en la archiconservadora Arabia Saudí; y existen coversiones locales en hebreo, turco e hindú, Khaled hace música contra la arabofobia de Occidente. Su figura y su música son buena muestra de que la globalización no debe ser nunca una vía de sentido único, sino que, antes bien, puede dotar a distintas culturas musicales regionales de una audiencia y una significación planetarias.

Estamos aquí ante la globalización cultural.

Globalización es seguramente la palabra ( a la vez eslogan y consigna ) peor empleada,menos definida, probablemente la menos comprendida, la más nebulosa y políticamente la más eficaz en los últimos y sin duda también de los próximos años.

Como muestran los ejemplos antes apuntados, es preciso distinguir las diferentes dimensiones de la globalización; a saber (y sin pretender ser exhaustivos ni excluyentes):

  • las dimensiones tecnológicas de comunicación u otras tecnologías
  • las dimensiones ecológicas y bioambientales
  • las económico financieras
  • las de la organización del trabajo
  • las culturales,
  • las de la sociedad civil las políticas etc.

Si consideramos, por ejemplo, esa dimensión que está (casi exclusivamente) en el centro del debate público la globalización económica, la niebla dista mucho de disiparse: ¿se trata de inversiones directas de empresas en el extranjero?, ¿del papel de las grandes empresas que operan a nivel internacional?, ¿se trata de la desnacionalización de la economía, y por consiguiente de que tanto las etiquetas comerciales nacionales como las economías nacionales propiamente dichas se están volviendo ficticias, de manera que la prosperidad de una industria “nacional” no coincide con la prosperidad de los ciudadanos (nacionales)?

¿Se trata, en fin, de esa “economía virtual” de las corrientes monetarias y financieras que parece desligarse del sustrato material de la producción de valores de uso? ¿O se trata más bien de algo más banal, a saber, de que la economía nacional se siente presionada porque en otras partes se produce más barato?

La afirmación de que la globalización que se ha dado se ha movido principalmente en el sentido de la supresión de puestos de trabajo y de la exportación de puestos de trabajo a países con costes laborales más bajos se ve relativizada.

Esta forma particular de globalización no es hasta ahora ninguna causa esencial de desempleo.

Sin duda hay determinados sectores muy afectados por la competencia de trabajos poco cualificados y mal pagados en los denominados “tigres Asiáticos” de Asia o Europa oriental.

Pero estos problemas de adaptación a la división del trabajo internacional apenas inciden en la economía en su conjunto: no más del 10% de los puestos de trabajo se ven afectados por ello. A este respecto, para precisar mejor la globalización, son muchos los que hablan de internacionalización . Con esta palabra se formula y explica bastante bien que lasrelaciones comerciales siguen siendo dominantes entre los países altamente industrializados en el seno de los grandes espacios económicos de Europa, América y el Pacífico.

Por su parte, la cuestión de saber cuándo se inició la globalización económica es asimismo objeto de disputa. Para muchos, el inicio del “sistema mundial capitalista” se remonta al siglo XVI, con el inicio del colonialismo; para otros, al advenimiento de las empresas internacionales; y, para otros aun, la globalización se inicia con la supresión de los tipos de cambio fijos o con el colapso del bloque oriental.

Sin duda esto contribuye decisivamente a que el concepto y el discurso de la globalización nos resulte tan impreciso.

Pero ¿se puede encontrar un denominador común para las distintas dimensiones y controversias sobre la globalización?

Sin duda que sí. En general, se puede afirmar que se ha venido abajo una premisa esencial de la primera modernidad, a saber, la idea de vivir y actuar en los espacios cerrados y recíprocamente delimitados de los Estados Nacionales y de sus respectivas sociedades nacionales.

  • Globalización significa la perceptible pérdida de fronteras del quehacer cotidiano en las distintas dimensiones de la economía, la información, la ecología, la técnica, los conflictos transculturales y la sociedad civil, y relacionada básicamente con todo esto, una cosa que es al mismo tiempo familiar e inasible difícilmente captable, que modifica a todas luces con perceptible violencia la vida cotidiana y que fuerza a todos a adaptarse y a responder. El dinero, las tecnologías, las mercancías, las informaciones y las intoxicaciones “traspasan” las fronteras, como si éstas no existieran. Inclusive cosas, personas e ideas que los gobiernos mantendrían, si pudieran, fuera del país (drogas, emigrantes ilegales, críticas a sus violaciones de los derechos humanos) consiguen introducirse.
  • La globalización cuestiona un presupuesto fundamental de la primera modernidad, asaber, esa construcción lógica que Adam Smith ha denominado “nacionalismo metodológico”, el control de la sociedad se considera en su mayor parte coincidentecon el del Estado Nacional. Con la globalización, en todas sus dimensiones, surge frente a esto, no sólo una nueva multiplicidad de conexiones y relaciones entre Estados, política y sociedades, sino que además se arraiga con mayor fuerza todavía la estructura de los presupuestos fundamentales según los cuales se ideaban, organizaban y vivían hasta ahora las sociedades y los Estados en cuanto unidades territoriales recíprocamente delimitadas.


La globalidad quiere decir que se rompe la unidad del Estado Nacional y de la sociedad nacional, y se establecen nuevas reglas de poder y competitividad, unos conflictos y entrecruzamientos entre, por una parte, unidades y actores del mismo Estado Nacional y, por la otra, actores, identidades, espacios, situaciones y procesos sociales transnacionales.




http://www.youtube.com/watch?v=bJwHrsty5b8&feature=fvst

https://www.youtube.com/watch?v=QpEFjWbXog0

http://www.youtube.com/watch?v=XB0CORT1k9w&feature=related

http://www.youtube.com/watch?v=xFGyR-gTHFE&feature=fvsr

 

¿Para qué sirven los filósofos?

 ( Mario Vargas LLoza) 2016

En un libro de 1957, el periodista Jean-François Revel atacaba la retórica de figuras como Sartre, Lacan y Foucault; medio siglo después, la obra todavía habla de aquello que los intelectuales pueden aportar a un mundo en conflicto . En un bouquiniste de los alrededores de Notre-Dame encontré, medio desecha por el tiempo y el manoseo de los paseantes, la primera edición de Pourquoi des philosophes? (1957), de Jean-François Revel. La compré y la volví a leer, medio siglo después de la primera lectura. Este panfleto volteriano con que Revel inició su carrera literaria conserva intacta su explosiva ferocidad y tal vez ella ha aumentado porque algunas de las figuras con las que se encarniza, como Heidegger, Jacques Lacan o Claude Lévi-Strauss, se han convertido desde entonces en referencias intelectuales intocables.

Como diría él mismo después, este libro fue su despedida tormentosa de la filosofía. Y, por cierto, de la universidad francesa y de sus profesores de humanidades, otro de sus blancos, a los que acusaba de estar muy por detrás de las universidades norteamericanas y alemanas, medio aletargados por el amiguismo mafioso y una retórica cada vez más incomprensible e insulsa.

Este libro tuvo consecuencias muy provechosas para los lectores de Revel: lo sacó de un mundo académico donde acaso hubiera vegetado muy lejos de la actualidad y lo convirtió en el formidable periodista y pensador político que sería. Sus artículos y ensayos, con los de Raymond Aron, fueron un modelo de lucidez en esa segunda mitad del siglo XX, marcada en Francia por el predominio casi absoluto del marxismo y sus variantes, a los que ambos se enfrentaron con valentía y talento en nombre de la cultura democrática. Nadie los ha reemplazado y sin ellos los diarios y revistas francesas parecen haberse apocado y entristecido.

La palabra panfleto tiene ahora cierto relente ignominioso, de texto vulgar, desmañado e insultante, pero en el siglo XVIII era un género creativo y respetable, de alto nivel, del que se valían los intelectuales más ilustres para ventilar sus diferencias. En esa tradición se inscriben muchos de los libros de Revel, como ¿Para qué los filósofos?, un ajuste de cuentas con los pensadores de su tiempo y con la propia filosofía a la que, según este ensayo, los descubrimientos científicos, de un lado, y, de otro, la falta de vuelo, de originalidad y el oscurantismo de los filósofos modernos va encogiendo como una piel de zapa y -lo peor- volviendo cada vez menos legible. Revel sabía de lo que hablaba, tenía un conocimiento profundo de los clásicos griegos y todo su libro está plagado de contrastes entre lo que significaba "filosofar" en la Grecia de Platón y Aristóteles o en la Europa de Leibniz, Descartes, Pascal, Kant y Hegel y el modesto y superespecializado quehacer (confinado a menudo en la lingüística) que usurpa su nombre en nuestros días.

Pero no sólo hay críticas severas contra los filósofos contemporáneos en el libro; también, algunos elogios. De Sartre, por ejemplo, por El ser y la nada, que le parece a Revel una reflexión profunda, de gran audacia especulativa, y de Freud, de quien hace una reivindicación beligerante, sobre todo contra ciertos psicoanalistas, como Jacques Lacan, quien, a su juicio, no sólo frivoliza y enreda grotescamente las ideas de Freud, sino lo utiliza para levantarse un vanidoso monumento a sí mismo. Para quienes hemos perdido muchas horas tratando de entender a Lacan (sin conseguirlo), la dura crítica que le merece a Revel resulta alentadora.

No así, sin embargo, las severas reprimendas a Claude Lévi-Strauss, cuyo libro sobre Las estructuras elementales del parentesco Revel cuestiona de raíz, acusando a su autor de ser un buen psicólogo pero no aportar nada desde el punto de vista sociológico al conocimiento del hombre primitivo. Esta aseveración la extiende al conjunto de los estudios sobre las sociedades marginales de Lévi-Strauss, con el argumento de que al reducir todo el análisis a describir la mentalidad primitiva, concentrándose en su intimidad psicológica, se desentendió de investigar lo más importante desde el punto de vista social: por qué las instituciones de la sociedad tradicional tuvieron determinado carácter, por qué se diferenciaban tanto unas de otras, qué necesidades satisfacían los rituales, creencias e instituciones de cada comunidad. La obra de Lévi-Strauss estaba todavía en proceso cuando Revel escribió este ensayo y tal vez otra hubiera sido su evaluación del gran antropólogo si hubiera tenido una perspectiva más amplia de su obra.

El año 1971, con motivo de una reedición de ¿Para qué los filósofos?, Revel escribió un extenso prólogo pasando revista a lo que había ocurrido en el ámbito intelectual de Francia en los últimos once años. No rectificaba nada de lo que había escrito en 1957 y, por el contrario, encontraba en el "estructuralismo" entonces de moda las mismas insuficiencias e imposturas que había denunciado en los años del "existencialismo". Sus críticas más acerbas las dirige a Althusser y a Foucault, sobre todo a este último, muy de actualidad desde la publicación de Las palabras y las cosas, quien había declarado que "Sartre era un hombre del siglo XIX" y cuyas aparatosas afirmaciones según las cuales "las humanidades no existen" y "del hombre, una invención reciente, se puede prever el fin próximo" hacían las delicias de los bistrots de Saint-Germain. (Todavía apedreaba policías y negaba la existencia del sida).

Revel advierte que las modas van arrastrando a la filosofía a unos niveles de artificialidad y esoterismo que parece una forma de suicidio, empezando por el fuego graneado que los nuevos filósofos disparan contra el humanismo. Pero lo que excita más su humor sarcástico es la extraña alianza que se daba entre el esnobismo político -léase marxismo o, todavía más grave, maoísmo- y las especulaciones más alambicadas de las "teorías" que producían sin freno los literatos y críticos de una corriente estructuralista que abarcaba tantas disciplinas y géneros que ya nadie sabía sobre qué escribía.

En esto se lleva todos los premios la revista Tel Quel, cuyo genio tutelar, el sutil Roland Barthes, acababa de explicar, inaugurando sus charlas en el Collège de France, que "la lengua es fascista". El análisis de un número especial de Tel Quel que hace Revel, ridiculizando la pretensión de los discípulos de Barthes y Derrida de que sus teorías literarias y experimentos lingüísticos servirán al proletariado para derrotar a la burguesía en la batalla a muerte en que están trabados, no tiene desperdicio. Basta citar una frase: "La función ideológica de Tel Quel es muy clara: consiste en fabricar una cultura burguesa presentándola como antiburguesa. Ya que ella es antiburguesa y proletaria en la exacta medida en que la finca de María Antonieta, en el Petit Trianon, era antimonárquica y campesina".

Por encima y por debajo de la virulencia intelectual que anima este ensayo de Revel, algo sigue ahora tan válido como entonces: la nostalgia de una vida intelectual creativa y responsable, que ayude a ver claro aquello que parece confuso, y en la que las ideas rivalicen y jueguen un papel central en la búsqueda de soluciones para los escalofriantes problemas que enfrenta el mundo de hoy.

Bajo este marco de análisis de la globalización cabe preguntarnos :
Que sucede actualmente con el pensamiento filosófico contemporáneo?
Cuál es el rol que deberían cumplir los intelectuales contemporáneos?

 
 
 
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