Para qué sirve la administración


La administración es un conjunto de técnicas aplicables o no, que tienen un solo objetivo: “Hacer más fácil la convivencia entre individuos, organizaciones, pueblos, estados y naciones”. 

Pero alguno dirá: ¿No sirve acaso para lograr una mayor eficiencia y eficacia, optimizando los recursos que disponemos para generar un bien o servicio?.
Es cierto, pero será importante determinar (y es aquí donde lo veremos) cuales son los medios y cuales los fines de toda administración.

El administrador es un facilitador, un hombre que instrumenta medios, para lograr determinados fines. Alguien que transforma sueños en realidades, lo imposible lo hace posible, destrabando nudos y alisando rulos a través de un proceso sinérgico que no se detendrá hasta el logro del objetivo o el fracaso total.

No estamos hablando de utopías, pero si de modelos. Alguno dirá: Si el objetivo es hacer más fácil la convivencia, ¿Por qué las guerras?, ¿Por qué el hambre y la miseria? La respuesta es, porque responden a un modelo que tiene protagonistas y excluidos y observen que la definición no hace referencia a la convivencia entre “todos los seres humanos”, hace referencia a los actores que responden a un determinado modelo.

Dentro de la historia tuvimos muchísimos modelos dominantes. El Imperio Romano, la antigua civilización China, El Imperio Otomano, La Cristiandad, el Feudalismo, La Revolución Industrial por nombrar algunas variedades. Todos ellos pregonaban e imponían un estilo característico de convivencia con sus códigos, su cultura, sus religiones y su forma de comercio. Entonces, el medio para que el modelo funcione, es el logro de la eficiencia y la eficacia de sus actores, el fin es: “alimentar al modelo”.

El estilo de administración actual, responde a un modelo que se encuentra en pleno proceso de cambio, a una velocidad no conocida por el hombre y que no sabemos en que derivará. Un proceso muy traumático que deja a más de dos tercios de la humanidad excluidas del sistema.

Es por eso que, el nuevo administrador, deberá asumir responsabilidades de una magnitud no contemplada anteriormente. Debe saber que sobre sus espaldas pesa el hecho de no poder fallar en sus decisiones ya que, la velocidad de los cambios los obliga a definir estrategias en forma permanente.

La cinta transportadora que va de la historia al futuro y que los lleva encima ya no corre lentamente incorporando a cada paso nuevos factores asimilables en el mediano plazo, esta cinta camina a velocidad vertiginosa arrojando nuevos elementos sobre nuestras caras y no podemos cerrar los ojos ni esquivarlas, debemos tomarlas y transformarlas. Ésta es la realidad. Hay que estar muy bien preparados para ello, adquirir nuevos reflejos, velocidad mental y una actitud ganadora que nos permita correr a gran velocidad sin agotarnos.

¡Éste es nuestro desafío!