Diferencias entre la “nueva administración” y la “administración clásica” - 2 |
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Previo a éste desenlace, el mundo se dividía tres: países capitalistas, países comunistas y lo que denominaron El Tercer Mundo. Con la incorporación de los países comunistas al sistema, la brecha se agrandó entre quienes conforman el sistema y los que solo intentan formar parte de él: los ricos y los pobres (Desarrollados y subdesarrollados). |
Como estamos viendo, una característica básica de la etapa de la administración clásica es la enorme injerencia con la que cuenta el Estado, en la lucha por el poder económico. El proteccionismo, fue la consigna con la que las potencias alimentaron al sistema durante el siglo XX.
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Es por ello que la administración clásica se desarrolló dentro de estos parámetros, con la premisa de la producción apuntada a la apertura de nuevos mercados, el aprovechamiento del dominio económico estratégico
de sus países de origen y poderosos ejércitos respaldando sus
iniciativas colonizadoras.
Pero las organizaciones muy rápidamente se encontraron con que aumentaban vertiginosamente su productividad apoyados en dos factores:
el desarrollo tecnológico y regiones colonizadas donde instalaban sus fábricas aprovechando sus bajísimos costos de producción (apoyados en salarios diez veces más bajos que en el país de origen, regiones ávidas por dar empleo a sus habitantes y culturas más sumisas que permitían un alto rendimiento por trabajador). |
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Y es aquí donde comienza la muerte de la administración clásica. Su objetivo principal, el desarrollo del sistema basado en el poder y desarrollo de las Naciones, pierde vigencia.
El nuevo modelo tiene vida propia y enorme poder a través del desarrollo de las grandes corporaciones que manejan la economía mundial. Los estados se pelean por ser socios
de ellos que prescinden de tener y representar a una bandera. Solo son máquinas
de acumular riqueza y poder, reinstalando en la sociedad nuevamente el
paradigma marxista.
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Los estados carecen de fuerza ante ellos para implementar sus responsabilidades sociales y de redistribución de la riqueza. Las corporaciones regulan los mercados y las tasas de interés. Eligen y descartan socios, donde es mejor y más seguro realizar inversiones o poner una fábrica; designan presidentes en las naciones y ministros en los gabinetes. En definitiva, éste es el sistema vigente con prescindencia de un elemento que día a día pierde su valor y su vigencia: “El Ser Humano”. |
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La globalización, el acceso a la red (Internet) por parte de un quinto de la humanidad, el poder mediático de las grandes corporaciones y el desplazamiento del estado como medio de redistribuir la riqueza, son los nuevos grandes parámetros que dejan de lado a la administración clásica.
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Las grandes inversiones en desarrollo de nuevas tecnologías y la reducción de costos de producción al mínimo posible son consignas que, definen la vida o la muerte de sus empresas. Las innovaciones van ganando mayor velocidad. Las estrategias dejan de ser a largo plazo y sus viejos gerentes ya no sirven. |
Se va constituyendo una nueva raza de administradores, personas jóvenes, altamente capacitadas, audaces, flexibles y más baratos, con la consigna de la creatividad en sus cabezas, quienes pasan a ser los fundadores de la “nueva administración, colgando los libros de Drucker, Porter y Mitzberg, dando lugar al nuevo espíritu que las nuevas realidades les imponen. Sobre esta cinta transportadora de la historia, cayeron de a uno los clásicos. El mismo Drucker afirmo hace algunos años, que todo lo visto y aprendido de poco iba a servir ante semejante cambio de escenario. Pero ningún edificio se sostiene sin cimientos y, la historia de la administración, es el cimiento sobre el que debemos seguir construyendo a la nueva administración.
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