De la herramienta a la máquina


Hasta finales del siglo XVIII el hombre había utilizado herramientas que dependen de la fuerza y habilidad de la persona que los maneja.

Estos instrumentos pueden reproducir los movimientos mecanizados que pueden repetir indefinidamente; cuando este movimiento es inducido por un motor, surge la máquina.

El primer sector inglés en mecanizarse fue el textil, y dentro de éste, el del algodón.

En 1733, el relojero Kay patentó su invento conocido como la “lanzadera volante”, que permitía tejer piezas más anchas que la apertura de los brazos de un trabajador aumentando así su rendimiento.

En 1738, Wyatt y Paul logran incrementar también la productividad en la hilatura registrando una máquina, que prescinde de los dedos humanos, obteniendo hilo de algodón.

Aunque la introducción de estos inventos fue lenta, no utilizándose hasta 1760, significan una gran transformación en el ciclo de producción textil y el primer paso de lo que se llamaría revolución industrial.

Gracias a estos y otros inventos  el algodón pronto superó a  la lana constituyéndose en el sector puntero de la economía.