La energía inanimada


Las formas de energía, en vísperas de la revolución industrial eran la muscular (animal o humana), la hidráulica, y la suministrada por el viento. Así que se instalaron fábricas a orillas de los ríos que se llamaron molinos y eran movidas por ruedas hidráulicas.

Como consecuencia era de vital importancia la invención de la máquina a vapor y su aplicación como fuerza motriz dentro de las fábricas.

 

Un paisaje de carbón y hierro

La madera, como combustible, fue sustituida por el carbón mineral; por otro lado su utilización en la construcción fue reemplazada por el hierro.  La metalurgia, necesita dos ingredientes: un combustible y un mineral, que en el caso de la siderurgia, es el hierro.

La transformación del mineral no se hacía cerca de su mina sino cerca del combustible y por tanto, su transporte resultaba más caro.


Así las plantas de transformación dependían de la existencia de un bosque cercano que, al ser consumido obligaba a un nuevo traslado. De ahí la importancia del descubrimiento de la rentabilidad del carbón mineral en los nuevos altos hornos. Debido a Abraham Derby, que en los primeros años del siglo XVIII, hizo el descubrimiento a partir del coque (carbón recalentado). Con ello desaparecían los obstáculos que impedían el desarrollo de la tecnología y el desarrollo de la siderurgia.

Entre 1830 y 1840, esto permitió incrementar y abaratar la producción de acero, la siderurgia sustituyó al algodón y sería la base de su mantenimiento en Gran Bretaña como primer país industrial.

Además suministraba un material sólido y barato que era imprescindible para una economía en vías de industrialización. Era utilizado en la construcción de máquinas y, sobre todo, en el ferrocarril.

Otro sector clave en la revolución industrial fue la minería, muy importante en Inglaterra donde tenía una explotación cuasi-feudal. Fue en este sector donde se aplicó por primera vez la máquina atmosférica de Newcomen (1712) y donde se comenzaron a instalar raíles para el transporte de mineral en vagones.

 

Y el proceso continúa

Quizá la característica más importante de la revolución industrial fue que abrió una vía de progreso que, para sostenerse, debía ser constantemente renovada y perfeccionada.

En 1840-50 hubo una nueva ola de innovaciones más ligadas al desarrollo científico, pudiéndose distinguir dos momentos cruciales:

  1. Entre 1875 y 1900 se produce un avance tecnológico aplicado a la producción, que algunos han llamado segunda revolución industrial; el cual se caracteriza por la producción industrial y explotación comercial de nuevas fuentes de energía, como la electricidad y el petróleo. En 1914 la electricidad se había convertido en una industria mundial; su producción constituía una ventaja relativa para los países no productores de carbón incorporándose con éxito a la industrialización. La utilización del petróleo permitió la invención del motor de explosión utilizado por Diesel desde 1892 y por Benz un año mas tarde. Con ellos se logra producir un acero más barato, se avanza en la industria química, la armamentística y la agraria.

  2. A partir de la segunda guerra mundial se ha producido una revolución científico-técnica en la que se destaca el desarrollo de la electrónica, la informática y, la energía nuclear, con lo que se conforma una sociedad postindustrial caracterizada por la automatización.