Así como hemos visto una evolución en el concepto mismo de patrimonio, también la hubo en las teorías y modalidades de intervenir sobre él. Si bien existen antecedentes de actitudes hacia el patrimonio desde la antigüedad, es posible expresar que las primeras teorías sistemáticas se dieron al promediar el siglo XIX en Francia y en Inglaterra.
En Francia se destaca la figura del arquitecto Eugène Emmanuel Viollet-le-Duc, quien desarrolló una extraordinaria actividad entre las décadas de 1850 y 1870, no sólo en el campo de la restauración sino también en la crítica de arte y en la teoría arquitectónica.
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En su Diccionario razonado de la Arquitectura francesa del siglo XI al siglo XVI define la restauración expresando que "...no significa reparar o mantener un edificio, sino restablecerlo a un estado de integridad como jamás pudo existir en un momento dado." Es decir que admite tanto completar edificios inacabados como recomponer aquellos destruidos o modificados a lo largo del tiempo. Si bien su postura se basaba en un profundo y erudito conocimiento de la historia de la arquitectura, recibió críticas violentas por parte de sus contemporáneos, ya que fue acusado de inventar. |
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En su teoría se reconoce una preocupación fundamentalmente estética, basada en el principio de la unidad formal y estilística de la obra de arte. Es riguroso en cuanto al método de la intervención, ya que insiste en la importancia de la documentación durante el proceso, utilizando inclusive la fotografía.
Su obra tendrá seguidores que se inclinarán por la restauración de los edificios "en estilo". Intervino en cantidad de monumentos franceses, especialmente del período medieval, entre las más importantes está Notre Dame de París, la Abadía de Vézélay y el castillo de Pierrefonds.
En 1849, el crítico inglés John Ruskin publica "Las Siete Lámparas de la Arquitectura". En uno de los capítulos, "La Lámpara del Recuerdo", se refiere a la restauración de monumentos, haciéndolo en tono condenatorio, ya que define la operación como "la destrucción más completa que puede sufrir un edificio".
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Este autor acusa a la labor de restauración de "reducir a la nada el trabajo antiguo" y "presentar la copia más vil y despreciable o una imitación fría". Aconseja en cambio cuidar los monumentos, lo cual no genera la necesidad de repararlos, admitiendo la incorporación de elementos que aseguren su preservación sin preocupación por las condiciones estéticas del recurso empleado. Admite que los monumentos, como las personas, tienen una vida limitada. "Su última hora sonará finalmente; pero que suene abierta y francamente y que ninguna institución deshonrosa y falsa venga a privarla de los honores fúnebres del recuerdo." |
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Ruskin fue categórico al afirmar que no tenemos derecho a tocar los monumentos del pasado, ya que no nos pertenecen, sino que pertenecen en parte a quienes los construyeron y en parte a las generaciones que habrán de venir detrás.
La postura de Ruskin frente a la obra de arte puede traducirse casi en una contemplación mística. El más destacado de sus continuadores, William Morris, contribuyó a propagar y extender sus ideas, considerando al paisaje terrestre, urbano y natural, como patrimonio común a custodiar y legar a las generaciones futuras.
En las últimas décadas del siglo XIX, con la figura del italiano Camillo Boito, nos acercamos a una visión más actual de la intervención sobre los monumentos, ya que toma distancia respecto a Viollet-le-Duc y a Ruskin al oponerse tanto a que un edificio sea reconstruido como a que se lo deje tal como está. A la vez, aparece la consideración del monumento no como un objeto aislado sino como parte del conjunto en el que está inserto.
Boito sintetizó su postura en ocho puntos básicos:
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Diferencia de estilo entre lo nuevo y lo original. |
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Diferencia de materiales. |
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Suprimir la imitación de decoración. |
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Exhibir piezas originales removidas en un lugar próximo al monumento. |
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En cada elemento agregado marcar la fecha de la intervención o un
signo convencional. |
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Inclusión de una inscripción explicando la intervención realizada. |
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Elaborar un documento con descripciones y fotografías de cada etapa de la intervención, depositado en el edificio o en un lugar próximo. |
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