Actitudes hacia el patrimonio cultural en los siglos XIX y XX - 5


Normas de Quito, 1967



La importancia de este documento, informe final de la Reunión sobre Conservación y Utilización de Monumentos y Lugares de Interés Histórico y Artístico, reside fundamentalmente en que, por primera vez, se encara la problemática de la conservación desde una perspectiva latinoamericana, atendiendo a las condiciones propias de la región.

A la vez, el tema se liga estrechamente a aspectos sociales y económicos, lo cual se evidencia al afirmar que "esos bienes del patrimonio cultural representan un valor económico y son susceptibles de erigirse en un instrumento de progreso".

La eficacia de las necesarias medidas de emergencia dependerá de su "adecuada formulación dentro de un plan sistemático de revalorización de los bienes patrimoniales en función del desarrollo económico y social."

Hago mención a las Normas de Quito, documento que ya pasó los cuarenta años, por dos motivos: en primer lugar, es un documento gestado en el ámbito latinoamericano, fue el primer documento internacional que se gesta para los países latinoamericanos. Esto fue producto de una reunión convocada por la OEA, en el año 1967.

Pero además, más allá de su alcance regional, introdujo algunos principios que hacen que aún hoy siga teniendo validez, a pesar de los cuarenta años transcurridos desde su creación.

Es un documento que se va a detener no únicamente en la intervención,  o en cómo intervenir en un edificio patrimonial, sino que, por primera vez, establece claramente la relación entre monumentos y desarrollo económico. Además, este documento surge en la década del 60, pleno auge de las teorías desarrollistas.

Las Normas de Quito introducen el término Patrimonio; la Carta de Venecia todavía hablaba de Monumentos.

En las Normas de Quito se habla del Patrimonio Monumental. Las Normas dicen que el Patrimonio Monumental es una fuente de riquezas para el país que lo posea, equiparable a los recursos naturales. Por primera vez aparece dicho con tanta claridad, tanta nitidez,  de cómo el patrimonio se puede convertir  en una fuente de beneficio económico, de rédito económico.

En las Normas se habla por primera vez de cuestiones legales, administrativas. Es un documento que toma el tema de la gestión. Y, por primera vez también, se habla de la vinculación entre el patrimonio y el turismo.

Se reconoce que este Patrimonio Monumental es uno de los principales atractivos turísticos con los cuales puede contar un país o una región, aclara que de ninguna manera es incompatible la conservación del patrimonio con su explotación turística, pero en base a una adecuada planificación.

Respecto a la escala de los bienes patrimoniales, se introducen abiertamente el tema urbano y de rescate de la arquitectura modesta, ya que "la idea de espacio es inseparable del concepto de monumento, por lo que la tutela del Estado debe extenderse al contexto urbano, al ambiente natural que lo enmarca y a los bienes culturales que encierra. Pero puede existir una zona, recinto o sitio de carácter monumental, sin que ninguno de los elementos que lo constituyen aisladamente merezca esa designación".


Introduce la noción de conservación como parte del proceso de planificación, "la necesidad de conciliar las exigencias del progreso urbano con la salvaguardia de los valores ambientales es ya hoy día una norma inviolable en la formulación de los planes reguladores tanto a nivel local como nacional. En este sentido todo plan de ordenación deberá realizarse en forma que permita integrar al conjunto urbanístico los centros o complejos históricos de interés ambiental."

Otro aspecto importante de las Normas de Quito es que, por primera vez, se habla explícitamente en un documento internacional sobre la vinculación entre el patrimonio monumental y el turismo.

Expresa que “los valores propiamente culturales no se desnaturalizan ni comprometen al vincularse con los intereses turísticos y, lejos de ello, la mayor atracción que conquistan los monumentos y la afluencia creciente de admiradores foráneos, contribuyen a afirmar la conciencia de su importancia y significación nacionales”. Hace hincapié en la necesidad de una rigurosa planificación que permita el uso turístico del patrimonio en equilibrio con su adecuada conservación.

 
 
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