Nada más y nada menos. Todo conocimiento debe
dar razón de lo que afirma. Si no lo hace, no pasa de ser mera
opinión. El método científico es el que permite dar
esas razones.
No es casual que la preocupación contemporánea por el método
provenga de los tiempos históricos en los que la ciencia se separa
de la religión, cuando deja de reconocerse a la Biblia, o a los
clásicos aceptados por la Iglesia como fuente de conocimiento científico.
En realidad, se rechaza como criterio de verdad no sólo a la Iglesia,
sino a toda autoridad terrenal o divina.
Esta percepción por parte de los científicos y de quienes
se interesan en la ciencia es una consecuencia natural de la aceptación
del modelo copernicano para el sistema planetario, y del consiguiente
abandono de la creencia en la centralidad de la Tierra en el universo,
como lo sostenían la Iglesia y el poder, y del posterior triunfo
de la física de Newton. En el plano de la medicina, el descubrimiento
de la circulación sanguínea por parte de Harvey corroe a
la medicina tradicional de Galileo, otro de los pilares de la ciencia
aceptada, introduciendo la experimentación como fuente de conocimiento.
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El desarrollo de la historia de la ciencia puso sobre el tapete
que sólo la experiencia humana puede justificar el conocimiento,
y que por fuera de ella, la autoridad conduce al error y al estancamiento. |
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Francis Bacon (Londres 1561-1626) es consciente de esto cuando sostiene
que es la inducción basada en la experiencia la que justifica la
ciencia, y propone quizás por primera vez en los tiempos contemporáneos
una metodología científica. |