Subtema 1. El Método Inductivo (Primera Parte)

Introducción

En el apartado anterior, habíamos caracterizado al método inductivo como aquel que nos permite pasar de Enunciados de Nivel I que hablan de propiedades observables de uno o varios ejemplares, a Enunciados de Nivel II, que hablan de la todos los ejemplares en estudio en todo tiempo y lugar -llamando a los enunciados con estas características, leyes-.

El razonamiento por medio del cual se generalizan los resultados encontrados en pocas ocasiones se denomina inducción, y fue presentada por Francis Bacon (filósofo nacido en Londres en 1561 y muerto en la misma ciudad en 1626) como el método propio de la ciencia.

Habíamos mencionado asimismo que se propuso un método para la ciencia una vez que la historia hizo que no fuera posible que la religión o la autoridad pudiera invocarse como fuente de conocimiento. Pues bien. El método inductivo garantizaría que el conocimiento científico fuera verdadero. En realidad, no podía menos que ser así. Si se parte de hechos conocidos de primera mano por observación de los mismos -y por lo tanto verdaderos- no se puede menos que llegar también a generalizaciones -leyes- verdaderas.

Este razonamiento tiene su base más firme en el conocimiento cotidiano. En la vida de todos los días se hacen permanentemente inducciones, incluso a partir de una sola observación. Después de todo, nuestra misma supervivencia depende de que sepamos cuales son las cosas y circunstancias que permanecen estables en nuestro entorno, a fin de que podamos movernos en él con seguridad.

Las calles que recorremos siempre llevan al mismo sitio, nuestro automóvil responde siempre de la misma manera, la facultad de medicina se encuentra siempre en el sitio en el que la conocimos cuando concurrimos a ella por primera vez. Tenemos que estar seguros de nuestra comida, del afecto de quienes nos rodean, de la comodidad de nuestro hogar. Adquirimos estas seguridades de manera inductiva, porque tenemos constancias de que así es, de que así son las cosas, por una experiencia cotidiana de que ocurren de esta manera y no de otra, incluso -como en el caso de la facultad de medicina- cuando lo hayamos experimentado por una única vez. Estas son leyes muy simples, pues toda situación constante puede ser expresada a la manera de una ley, ya que establece que siempre algo es de cierta manera, y fueron obtenidas de manera inductiva (recordamos el ejemplo más simple de ley, que consta en todos los textos: todos los cuervos son negros).


Sin embargo, pronto se advirtió que las inducciones no llevan inexorablemente a leyes verdaderas. No llevan de la verdad en los Enunciados Nivel I, a la verdad de los Enunciados de Nivel II.


Inducciones tan simples como las del cariño de nuestro perro, se ven desmentidas cuando nos muerde (es sabido que la mayoría de las mordeduras de perro ocurren en el hogar, a miembros de la familia). Ejemplos cotidianos, un poco más elaborados muestran lo mismo. Es sabido, por inducción, que el pan alimenta. No obstante, en el sur de Francia, el pan provocaba la locura de quienes lo consumían (un hecho registrado en la obra de teatro de Carlos Gorostiza "El pan de la locura"); se descubrió que se debía al cornezuelo de centeno cuando el grano tiene determinado grado de humedad. Sabemos que el sol sale todos los días; cuando llegaron relatos de viajeros que contaban que hacia el norte, muy hacia el norte el sol no moría con el día, nadie les creyó; tan firme era la inducción cotidiana.



En ciencia sabemos, por ejemplo, que aunque se pensó que la penicilina curaría siempre a la neumonía, llegó el momento en que dejó de hacerlo. Otra inducción fallida.

Bacon, que trata de fundamentar a la verdad en la ciencia a partir de la inducción, como no puede dudar de aquello que se observa, ni de la misma inducción que propone como solución al problema del conocimiento científico, piensa que el error se debe a diversos ídolos de que existen en la sociedad, y que entorpecen la inducción, mezclándose con el conocimiento verdadero.

Después de Bacon, se acepta que la inducción no es infalible, y que puede conducir de un conocimiento limitado a algunos casos verdaderos, a leyes que no son verdaderas. Lejos de ser un inconveniente, en realidad se piensa que es el mecanismo por el cual se llega a mejorar el conocimiento científico: cuando el resultado de una inducción se muestra falso, se lo corrige mediante nuevas inducciones. Sabemos ahora porqué la penicilina no cura todas las neumonías, y sabemos también qué antibiótico corresponde dar en cambio, en cada paciente determinado. Desde una lectura inductivista, el aumento del conocimiento científico se realizó mediante la aplicación consecuente de este método.

A la luz de estas consideraciones, la inducción fue vista, sin dudarlo, como el método propio de la ciencia.


Pronto se vio que los pasos del método inductivo podían ser completados añadiéndole una serie de maniobras adicionales a fin de hacerlo más eficaz. A ellas nos referiremos a continuación.

 

Para quienes no tenga a mano los artículos anteriores, un enunciado existencial expresa que "existe alguno o algunos ejemplares de tales o cuales características", pero sin particularizar aquello de lo que habla en un ejemplo preciso, por lo que es tan indeterminado como una ley general.
Nuevamente para quienes no tiene a mano los artículos anteriores un enunciado observacional habla de esta o estas cosas determinadas que se encuentran en tal lugar en tal momento, y cuya verdad o falsedad puede constatarse directamente.

Nuevamente para quienes no tiene a mano los artículos anteriores un enunciado observacional habla de esta o estas cosas determinadas que se encuentran en tal lugar en tal momento, y cuya verdad o falsedad puede constatarse directamente.

Estos ídolos son los prejuicios, los falsos conocimientos, los intereses. Este razonamiento basado en ídolos a los efectos de entender a los errores en la ciencia entra en el pensamiento social y económico con el nombre de ideología, como se denomina a la deformación de la percepción que experimentan quienes miran los fenómenos sociales desde el particular punto de vista de su grupo social -una visión que por lo tanto es parcial, y potencialmente falsa-, en vez de mirarlo desde todos los puntos de vista posibles, una condición básica de la objetividad requerida por el conocimiento científico (basta pensar en la percepción diferente de los fenómenos sociales según se los mire desde los organismos internacionales, o desde los desocupados; desde los bancos, o desde los ahorristas defraudados).

 
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