Introducción
En el apartado anterior, habíamos caracterizado al método
inductivo como aquel que nos permite pasar de Enunciados de
Nivel I que hablan de propiedades observables de uno o varios ejemplares,
a Enunciados de Nivel II, que hablan de la todos los ejemplares
en estudio en todo tiempo y lugar -llamando a los enunciados con estas
características, leyes-.
Habíamos mencionado asimismo que se propuso un método para
la ciencia una vez que la historia hizo que no fuera posible que la religión
o la autoridad pudiera invocarse como fuente de conocimiento. Pues bien.
El método inductivo garantizaría que el conocimiento científico
fuera verdadero. En realidad, no podía menos que ser así.
Si se parte de hechos conocidos de primera mano por observación
de los mismos -y por lo tanto verdaderos- no se puede menos que llegar
también a generalizaciones -leyes- verdaderas.
Este razonamiento tiene su base más firme en el conocimiento cotidiano.
En la vida de todos los días se hacen permanentemente inducciones,
incluso a partir de una sola observación. Después de todo,
nuestra misma supervivencia depende de que sepamos cuales son las cosas
y circunstancias que permanecen estables en nuestro entorno, a fin de
que podamos movernos en él con seguridad.
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Las calles que recorremos
siempre llevan al mismo sitio, nuestro automóvil responde
siempre de la misma manera, la facultad de medicina se encuentra
siempre en el sitio en el que la conocimos cuando concurrimos
a ella por primera vez. Tenemos que estar seguros de nuestra
comida, del afecto de quienes nos rodean, de la comodidad de
nuestro hogar. Adquirimos estas seguridades de manera inductiva,
porque tenemos constancias de que así es, de que así
son las cosas, por una experiencia cotidiana de que ocurren
de esta manera y no de otra, incluso -como en el caso de la
facultad de medicina- cuando lo hayamos experimentado por una
única vez. Estas son leyes muy simples, pues toda situación
constante puede ser expresada a la manera de una ley, ya que
establece que siempre algo es de cierta manera, y fueron obtenidas
de manera inductiva (recordamos el ejemplo más simple
de ley, que consta en todos los textos: todos los cuervos son
negros). |
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Sin embargo, pronto se advirtió que las inducciones no llevan inexorablemente
a leyes verdaderas. No llevan de la verdad en los Enunciados Nivel I,
a la verdad de los Enunciados de Nivel II. |
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En ciencia sabemos, por ejemplo, que aunque se pensó
que la penicilina curaría siempre a la neumonía, llegó
el momento en que dejó de hacerlo. Otra inducción
fallida. |
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Bacon, que trata de fundamentar a la verdad en la ciencia a partir de
la inducción, como no puede dudar de aquello que se observa, ni
de la misma inducción que propone como solución al problema
del conocimiento científico, piensa que el error se debe a diversos ídolos de que existen en la sociedad,
y que entorpecen la inducción, mezclándose con el conocimiento
verdadero.
Después de Bacon, se acepta que la inducción no es infalible,
y que puede conducir de un conocimiento limitado a algunos casos verdaderos,
a leyes que no son verdaderas. Lejos de ser un inconveniente, en realidad
se piensa que es el mecanismo por el cual se llega a mejorar el conocimiento
científico: cuando el resultado de una inducción se muestra
falso, se lo corrige mediante nuevas inducciones. Sabemos ahora porqué
la penicilina no cura todas las neumonías, y sabemos también
qué antibiótico corresponde dar en cambio, en cada paciente
determinado. Desde una lectura inductivista, el aumento del conocimiento
científico se realizó mediante la aplicación consecuente
de este método.
A la luz de estas consideraciones, la inducción fue vista, sin
dudarlo, como el método propio de la ciencia.
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Pronto se vio que los pasos del método inductivo podían
ser completados añadiéndole una serie de maniobras
adicionales a fin de hacerlo más eficaz. A ellas nos referiremos
a continuación. |
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Para quienes no tenga a mano los artículos anteriores, un enunciado existencial expresa que "existe alguno o algunos ejemplares de tales o cuales características", pero sin particularizar aquello de lo que habla en un ejemplo preciso, por lo que es tan indeterminado como una ley general. Nuevamente para quienes no tiene a mano los artículos anteriores un enunciado observacional habla de esta o estas cosas determinadas que se encuentran en tal lugar en tal momento, y cuya verdad o falsedad puede constatarse directamente.
Nuevamente para quienes no tiene a mano los artículos anteriores un enunciado observacional habla de esta o estas cosas determinadas que se encuentran en tal lugar en tal momento, y cuya verdad o falsedad puede constatarse directamente.
Estos ídolos son los prejuicios, los falsos
conocimientos, los intereses. Este razonamiento basado en ídolos a los efectos de entender a los errores en la ciencia entra en el pensamiento
social y económico con el nombre de ideología,
como se denomina a la deformación de la percepción que experimentan
quienes miran los fenómenos sociales desde el particular punto
de vista de su grupo social -una visión que por lo tanto es parcial,
y potencialmente falsa-, en vez de mirarlo desde todos los puntos de vista
posibles, una condición básica de la objetividad requerida
por el conocimiento científico (basta pensar en la percepción
diferente de los fenómenos sociales según se los mire desde
los organismos internacionales, o desde los desocupados; desde los bancos,
o desde los ahorristas defraudados). |