El hecho observable

El hipotético-deductivismo va a avanzar aún más en instaurar el falibilismo incluso en esta última etapa de construcción del conocimiento: la que expresan los enunciados básicos que hablan, ya no de acidez o de la tasa de fosfatasas en sangre, sino de algo mucho más simple y directo, del color rojo en el papel, o del movimiento de una aguja en una escala numérica.

Los argumentos son variados y tienden a establecer que ellos también son hipótesis acerca de la naturaleza que es necesario contrastar, y por lo tanto falibles, refutables -recordemos que si no lo fueran, no serían según el criterio de demarcación, enunciados empíricos-.

El primero de ellos consiste en que los enunciados de observación están formulados en términos universales -conceptos-, que no pueden ser reducidos, por hablar de todos los caballos o los vasos, o el agua, a experiencias singulares por muy numerosas que sean, de la misma manera que las leyes hablan de un conjunto enumerable de sucesos idénticos; ambos son, lógicamente, conjuntos infinitos. Dirá Popper que los universales tienen el carácter de una teoría, de una hipótesis, ya que con la palabra "vaso" se mencionan a los cuerpos físicos que se comportan como se espera que se comporten los vasos, sucediendo lo mismo con la palabra "agua" o "caballo". Si el comportamiento es distinto al esperado, la hipótesis de que lo designado sea agua o vaso, se verá refutada.

No sólo el enunciar aquello que se observa se encuentra impregnado de teoría. La percepción misma es mediada por teorías interpretativas tan tempranamente adquiridas unas, como la escala cromática, que parecieran haber nacido con nosotros; otras, como las que hacen al conocimiento de objetos macroscópicos, son teorías muy elementales, pero sin embargo, también adquiridas, también construidas. Esto le otorga el carácter potencialmente falible que suponíamos inherente a otros niveles de conocimiento.

La epistemología genética de Jean Piaget apoya las afirmaciones de Popper de que incluso la percepción -ver rojo, caballo o vaso-, depende de teorías interpretativas básicas construidas mayoritariamente desde el nacimiento hasta los 6 años. Como lo expresara Popper, el conocimiento común es hipotético-deductivista.

Percepción de un color teoría visual enunciado empírico son pasos plenos de hipótesis, y por lo tanto refutables.

Si los enunciados básicos son hipótesis, construidos con conceptos también hipotéticos que expresan cualidades observables hipotéticas, de contrastación por lo tanto infinita, y cuya verdad nunca podrá establecerse,

¿Cómo podremos usarlos para poner a prueba las leyes e intentar refutarlas?

Popper piensa que en algún momento de la cadena de contrastaciones es necesario decidir que los enunciados básicos con los que pretendemos poner a prueba la hipótesis fundamental ya han sido suficientemente corroborados, y pueden ser aceptados en consecuencia como si fuesen verdaderos.
Esto implica que aceptar la base empírica es producto de una convención -un acuerdo de que así sucede-, aunque se trate de enunciados lo suficientemente sencillos para que los científicos puedan acordar su aceptación y poner fin a la secuencia infinita de contrataciones.

Es ahora, que han sido aceptados, cuando se encuentran en condiciones de corroborar o refutar la hipótesis fundamental.

¿Refutación?

Actualicemos el esquema del método hipotético-deductivo a la luz de la red de hipótesis y teorías que hemos presentado que se interponen entre la hipótesis fundamental y los enunciados básicos, para explicar la racionalidad (pragmática y lógica) del científico cuando decide sostenerla pese a fallos adversos de la experiencia, sin guiarse por las normas del refutacionismo dogmático:

Como vemos en el esquema, entre la hipótesis fundamental, y el resultado que se expresa en un enunciado observacional, se encuentra la situación experimental. Como mencionamos, el experimento se monta teniendo en cuenta las condiciones del material de trabajo y la hipótesis de que no hay otras variables en juego, lo que está representado en el esquema por las hipótesis auxiliares y la cláusula ceteris paribus.

Por otra parte, la misma percepción del experimento hace intervenir diversas teorías interpretativas, entre ellas la que hace ver en el cambio de color en un papel tornasol la presencia de ácido o de álcalis, y que es posibilitado por una teoría, en este caso, la química. Recordemos que describimos a la semiología médica -que enseña a ver los signos de enfermedad en los pacientes- como una de estas teorías interpretativas.

En esta complejidad creciente del método hipotético-deductivo:

¿Qué sucede si el resultado refuta a la hipótesis fundamental?
¿Está refutada?

De ninguna manera. El científico puede optar por varias líneas defensivas, si piensa que su hipótesis tiene grandes posibilidades de ser correcta, puesto que el resultado no pone a prueba únicamente a la hipótesis fundamental, sino al conjunto de hipótesis que permiten armar el experimento.

El material de trabajo puede ser el culpable del resultado adverso. En la experiencia de punzar el piso del cuarto ventrículo para provocar diabetes en el conejo, Claude Bernard no pensó que su hipótesis estuviera errada. Mas bien creyó que no conocía suficientemente la anatomía del conejo, o que el grosor de la aguja no era el correcto, o que la profundidad en que la introdujo no estaba bien calculada. Cuando corrigió todos estos factores, pudo finalmente corroborar su hipótesis, pese a las numerosas ocasiones en las cuales la vió refutada. Pensó -hipótesis ad-hoc- que sus hipótesis auxiliares eran las erróneas, y al hacerlo, finalmente acertó.

También podría suceder, si la experiencia corrobora la hipótesis, que hubiera otras variables influyendo en el fenómeno, y que las que proponemos no sean las únicas. La cláusula ceteris paribus puede estar equivocada.

Por otra parte, sabemos que el enunciado que describe la observación del resultado implica teorías interpretativas de aquello que se ve, y que el enunciado básico se formula mediante términos universales, cuya aplicación posee asimismo la característica de ser falible. Podemos permitirnos, entonces, dudar de la certeza de la observación, sea porque no confiemos en quien observa, en las condiciones en que se observa, en el aparato que permite observar, o en la teoría mediante la cual se observa.

Se plantea entonces la siguiente situación:

  • Si el enunciado básico la corrobora, entonces la cláusula ceteris paribus no nos permite afirmar que sea la única corroborada, y los motivos lógicos expuestos anteriormente nos vedan decir que sea verdadera.

  • Si la contradice, el falibilismo de todo el conjunto de hipótesis y teorías empleadas hace que sea razonable suponer -antes de darla por falsa- que lo refutado es alguno de los eslabones que la unen al enunciado básico.

Alejados ya de la simplicidad esquemática del refutacionismo dogmático, ¿qué tiene de extraño que el científico defienda su hipótesis frente a un dato de la experiencia?

Es pertinente formular una pregunta, ante la visión de un edificio hipotético-deductivista en el cual lo único que permanece firme son las leyes de la lógica, que -lo sabemos-, no proporcionan información, son trivialmente verdaderas: habiendo destruido la inducción y la verificación,

¿no correremos el riesgo de perder ahora también a la refutación ahogada por el conjunto potencialmente infinito de hipótesis ad-hoc que admite en todos sus niveles?
¿Significa esto que es imposible refutar una hipótesis fundamental, y nos hundimos una vez más en el escepticismo del que creíamos escapar?

No en el refutacionismo liberalizado.

En párrafos anteriores subrayamos, deliberadamente, la palabra decidir. Una decisión no es un elemento lógico, mas no por eso es arbitraria; se toma sopesando motivos, razonadamente; eliminando la subjetividad de la decisión en la discusión con otros científicos.

Así, es posible:

  • decidir que el enunciado básico contrastador, observacional, se encuentra lo suficientemente corroborado como para aceptarlo;
  • decidir que el material de trabajo pasó todos los controles de calidad adecuados en forma satisfactoria;
  • decidir que las teorías interpretativas experimentales nos proveen de resultados fiables, ya que han sido usadas y probadas anteriormente;
  • decidir dar por demostrada la ausencia de otros factores relevantes, y recién entonces considerar refutada la hipótesis principal.

Decisión que compete, más que a un científico aislado, a un conjunto de investigadores que controla la secuencia experimental por medio de intercambios personales, comunicaciones públicas, repeticiones de experiencias, etc.

De esta manera la comunidad científica, en su funcionamiento real, disminuye el riesgo inherente a toda decisión distribuyéndolo entre sus miembros, a través de la socialización de la discusión.

Con todo, las decisiones adoptadas pueden revisarse en cualquier momento a la luz de nuevas evidencias empíricas, o nuevas inquietudes teóricas, y reiniciar así un proceso de contrastación nunca cerrado definitivamente, como lo muestra de manera reiterada la historia de la ciencia.

 

 
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