Tema 1. La sociedad como realidad objetiva

Miguel Ángel Ferraro

“Somos juguetes de una ilusión que nos lleva a creer que hemos elaborado por nuestra cuenta lo que se nos impone desde afuera”.

Emile Durkheim

En esta primera parte tratamos de analizar el proceso de la construcción de la realidad. Nuestros referentes teóricos para explicar este proceso son los autores Berger y Luckmann y tomamos en cuenta su obra “La Construcción Social de la Realidad

(Editorial Amorrortu, 1984)

Para los autores, la sociología del conocimiento debe ocuparse de cómo ese conocimiento interpreta y construye la realidad, fundamentalmente la realidad de los procesos de vida cotidiana.

La realidad se establece como consecuencia de un proceso dialéctico entre:

  • relaciones sociales, hábitos tipificados y estructuras sociales, por un lado;
  • interpretaciones simbólicas, internalización de roles y formación de identidades individuales, por otro.

El sentido y carácter de esta realidad es comprendido y explicado por medio del conocimiento.

En primer lugar, comienzan este trabajo desde una perspectiva filosófica, a través de un análisis fenomenológico de la vida cotidiana.

Los autores destacan cinco elementos fundamentales que estructuran la tríada realidad interpretada/significado subjetivo/mundo coherente:

a) la conciencia, que define la intención y la búsqueda de objetos;
b) el mundo intersubjetivo, que se comparte con los demás;
c) la temporalidad, como carácter básico de la conciencia (orden temporal);
d) la interacción social, que crea esquemas tipificadores;
e) el lenguaje, como elemento clave objetivo (externo al individuo) que facilita la estructuración del conocimiento en términos de relevancia.



Sostienen que al individuo se le impone una realidad suprema (objetiva) y que toda actividad humana está sujeta a la habituación y crea una pauta de conducta. El hábito permite a los sujetos una economía de esfuerzos, por eso, la mayor parte de las cosas que hacemos son sin utilizar la razón. La habituación está sujeta al tiempo, a la historicidad.

En las interacciones del individuo en la sociedad, hay dos formas de relacionarse:

  • Relación cara a cara: lo veo al otro a través de la interacción, a través de relacionarme con el.
  • Relación a través de esquemas tipificadores: la relación está pactada desde antes o desde
    el principio.

A continuación, los autores entran en el análisis del proceso de construcción de la sociedad como realidad objetiva, del cual destacan dos momentos básicos: la institucionalización y la legitimación.

Berger y Luckmann se declaran seguidores de las teorías de Mead, y en especial de la que se refiere a la formación del yo humano.

El ser humano se forma en interacción con su ambiente natural y el orden cultural y social. El orden social, sin embargo, no es considerado como externo e impuesto al individuo, sino que aparece a través de una relación dialéctica con éste, como producto humano. La realidad institucionalizada tiene su origen, por tanto, en la tendencia a la habituación del ser humano, tendencia que, por una parte, le facilita estabilidad y, por otra, innovación constante, pues le evita dedicar su esfuerzo a tareas triviales y repetitivas.

Esta institucionalización aparece cada vez que hay una tipificación recíproca de acciones habitualizadas por tipos de actores. Toda tipificación de esta clase es una institución.

Cuando una acción está institucionalizada está regida por ciertos límites, que pueden llegar a convertirse en una forma de control social. Toda conducta institucionalizada tiene una historicidad(1) .

Posteriormente, este comportamiento institucionalizado se reifica, es decir, se experimenta como una realidad objetiva, externa a la voluntad del individuo.



En síntesis, los autores destacan tres momentos básicos en el proceso de construcción de la realidad:

  • la sociedad es un producto humano;
  • la sociedad es una realidad objetiva;
  • el hombre es un producto social.

Pero para que esta institucionalización se haga efectiva, es indispensable la existencia del lenguaje, el cual “sedimenta y objetiva las experiencias compartidas y las hace accesibles a todos los que pertenecen a la comunidad lingüística”; el lenguaje, por tanto, constituye la base más estable del conocimiento y el medio por el que él mismo se distribuye colectivamente: facilita su comprensión y asimilación.


El conocimiento, desde esta perspectiva, determina el nivel de integración existente en un orden institucional dado “constituye la dinámica motivadora del comportamiento institucionalizado, define las áreas institucionalizadas del comportamiento y designa todas las situaciones que en ellas caben”.

En este sentido, los roles aparecen como modos de conducta tipificados y, lo que quizá es más importante, como “realización de la distribución social del conocimiento”, al concentrarse en determinado tipo de roles el acceso a cierta clase de conocimiento especializado.

El conocimiento institucionalizado, pues, no se impone de igual forma sobre el conjunto de individuos; además, existe una relación dialéctica entre conocimiento y base social, lo que a menudo da lugar a diversos subuniversos de significado dentro del conjunto social.

A este respecto, es muy importante el segundo de los elementos básicos que Berger y Luckmann señalan en la construcción de la realidad objetiva:

la legitimación.

Es el proceso de objetivación de segundo orden.

  • Explica el orden institucional y
  • atribuye validez cognoscitiva a sus significados objetivados en cuanto al proceso de institucionalización, dándole sentido a dicho proceso.

Es el porqué de las cosas.         
Porque las cosas son como son.

También aquí el lenguaje cumple una función imprescindible: como forma de extender la comprensión y el sentido de la realidad de una manera consistente y coherente con la realidad subjetiva de los individuos, y eso tiene lugar, fundamentalmente, a través de la creación de universos simbólicos.

La institucionalización antes citada, para tener visos de permanencia, debe tener sentido, es decir poseer coherencia en sí misma; pero, además, debe tener sentido subjetivo.



EN SINTESIS

La legitimación alcanza entonces cuatro niveles distintos, que los autores categorizan así:

1) Un sistema de objetivaciones lingüísticas.
Acciones concretas (Imposiciones)

2) Proposiciones teóricas en forma rudimentaria.
Teóricas Rudimentarias (Leyendas- Cuentos)

3) Teorías explícitas del orden institucional.
Trasciende lo pragmático, teoría pura (Se basa en teorías ya hechas por otros individuos – Económicas, Matemáticas, Psicológicas, etc.)

4) Universos simbólicos. Estos últimos son los que organizan coherentemente la posición que ocupa cada uno en el conjunto social, los roles a desempeñar, su propia identidad y el total de relaciones que constituyen en la vida cotidiana. Los universos simbólicos construyen, además, determinados mecanismos que garantizan su permanencia: la mitología, la teología, la filosofía y la ciencia son algunos de los más importantes, y han jugado su papel en determinados períodos históricos.
Integra Zonas de significados diferentes y abarca el orden Institucional en su totalidad simbólica Incluye zonas marginales
(La Religión, El sentido Patriótico, Hechos Trascendentales - Sueños, Muerte)

El poder en sí mismo, su capacidad para imponerse constituye otro mecanismo de mantenimiento; en este sentido, la ideología es para Berger y Luckmann un medio de mantenimiento que sirve a un interés de poder concreto.


Significación social de los universos simbólicos.

Las situaciones marginales de la vida del individuo también entran dentro del universo simbólico (sueños y fantasías), ya que éste las explica y justifica.

Una función legitimadora de los universos simbólicos que tiene importancia estratégica para la vida del individuo es la ubicación de la muerte (situación marginal por excelencia).

El Universo Simbólico resguarda al individuo contra el terror definitivo. Resguardan el orden institucional a la vez que la biografía individual. Ordena la historia y abarca todos los acontecimientos colectivos dentro de una unidad coherente que incluye el pasado, el presente y el futuro. Sobre el pasado, podemos hablar de una “ memoria colectiva”, y con respecto al futuro de un marco de referencia común para el mañana.

La sociedad y la biografía del individuo adquieren sentido.


Mecanismos conceptuales para el mantenimiento de los universos simbólicos.

Los procedimientos específicos para el mantenimiento de los universos se hacen necesarios cuando el universo simbólico se ha convertido en problema. Mientras esto no suceda, el universo simbólico se auto- sustenta.

Si algunos grupos de habitantes llegan a compartir versiones divergentes del universo simbólico los problemas se acentúan. En ese caso, por razones evidentes en la naturaleza de la objetivación, la versión que se desvía queda estereotipada en una realidad por derecho propio, la que, por existir dentro de la sociedad, desafía el status de la realidad del universo simbólico tal como se constituyó originariamente.

Dichos grupos heréticos plantean no sólo una amenaza teórica para el universo simbólico, sino también una amenaza práctica para el orden institucional legitimado por el universo simbólico en cuestión. Se necesita poner en marcha diversos mecanismos conceptuales destinados a mantener el universo “ oficial” contra el desafío herético.

Mecanismos conceptuales para el mantenimiento de los universos simbólicos: mitología, teología, filosofía y ciencia.

Los universos simbólicos se mantienen a través de :

  • terapia
  • Aniquilación.

La terapia comporta la aplicación de mecanismos conceptuales para asegurarse que los desviados permanezcan dentro de las definiciones institucionalizadas de la realidad, para impedir que los “ habitantes” de un universo dado, “ emigren”, lo cual se efectúa aplicando el aparato legitimador a los “ casos” individuales. La terapia constituye un fenómeno social global. Sus ordenamientos institucionales específicos corresponden a la categoría de control social.

Como la terapia debe ocuparse de las desviaciones que se aparten de las definiciones oficiales de la realidad, tiene que desarrollar un mecanismo conceptual que de cuenta de tales desviaciones y mantenga las realidades cuestionadas. Eso requiere un cuerpo de conocimiento que incluya una teoría de la desviación, un aparato para diagnósticos y un sistema conceptual para la “ cura de almas”.

La terapia eficaz vuelve a socializar al desviado dentro de la realidad objetiva del universo simbólico de la sociedad.

La terapia utiliza un mecanismo conceptual para mantener a todos dentro del universo que se trate. La aniquilación utiliza un engranaje similar para liquidar conceptualmente todo lo que esté fuera de ese universo.

Podemos hablar de una legitimación negativa. La aniquilación niega la realidad de cualquier fenómeno o interpretación de fenómenos que no encaje dentro de ese universo. Esto puede efectuarse de dos maneras:

  1. Puede atribuírsele a los fenómenos de desviación un status ontológico negativo o inferior, y por lo tanto un status cognoscitivo carente de seriedad. Considerando todas las definiciones y fenómenos que existen fuera del universo simbólico como menos que humanos, desorientadas con respecto al orden justo de las cosas. Se los descalifica, se los trata como no humanos, descalifica su universo simbólico. Los descalifico conceptualmente, no los trato de integrar.
  2. La aniquilación involucra el intento más ambicioso de explicar todas las definiciones desviadas de la realidad según conceptos que pertenecen al universo propio.
    Las concepciones desviadas no sólo reciben un status negativo, sino que se abordan teóricamente en detalle. La meta final e este procedimiento consiste en incorporar las concepciones desviadas dentro del universo propio y así liquidarlas definitivamente.

Tanto las aplicaciones terapéuticas y aniquiladoras de los mecanismos conceptuales son inherentes al universo simbólico en cuanto tal.

 
(1) Cuando nos referimos a historicidad queremos decir que no es algo espontáneo sino que es necesario que la acción se repita a través del tiempo.
 
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