Weber: racionalidad y dominación

Durkheim, en su introducción a El suicidio, advertía sobre el error de definir sociológicamente ese acto a partir de la voluntad de quien lo comete. La intencionalidad de los actores es un inobservable y, por lo tanto, no puede ser base de la ciencia. "La intención es cosa demasiado íntima para poder captarla desde afuera si no es por groseras aproximaciones", agregaba.

El punto de partida de Max Weber (1864-1920), su contemporáneo, fue precisamente el criticado por Durkheim. Si éste construye el objeto de la sociología desde la exterioridad y la coacción de lo social sobre el individuo, Weber considerará como unidad de análisis a los individuos, precisamente porque son los únicos que pueden albergar fines, intenciones, en sus actos.

Se trata, por lo tanto, de dos caminos metodológicos inversos, producto de dos tradiciones culturales opuestas -el naturalismo positivista en Durkheim; el historicismo en Weber- que, sin embargo, se reencuentran en la consideración sobre el papel que el sistema de valores y el orden normativo juegan en el comportamiento humano.

Talcott Parsons, quien con su Teoría de la Acción tentó construir la síntesis de los temas de la sociología clásica, lo señala lúcidamente:
"A pesar de sus diferencias -la absorción de Weber en los problemas de la dinámica social y la casi completa indiferencia de Durkheim hacia ellos; la preocupación de Weber por la acción y la de Durkheim por el conocimiento de la realidad- sus resultados son casi idénticos en el esquema conceptual básico al que llegan”.

La identidad se aplica a, cuando menos, dos puntos estratégicos:

  • la distinción entre los motivos morales y no morales de la acción en relación con las normas y
  • la distinción entre la calidad de las normas como tales (Weber, legitimidad; Durkheim, autoridad moral) y el elemento más amplio del que ésta es una manifestación: Weber, carisma; Durkheim, sacralidad."(5)

La trama del discurso teórico de Weber es, pese a ello, distinta a la de Durkheim: Weber es tanto un historiador y un científico de lo político como un sociólogo y esto se reflejará en sus preocupaciones temáticas y en su método de investigación, radicalmente distinto a los de Durkheim.

Weber está trabajado por una doble determinación.
Por un lado, la vigencia en Alemania de la discusión sobre el status científico del estudio de lo social, expresada en la ya comentada dicotomía entre "ciencias de la naturaleza" y "ciencias del espíritu". El intentará superar esa polémica, pero no a la manera durkheimiana, es decir, naturalizando a la sociedad para transformar así a la sociología en una ciencia empírica, sino diseñando un método de tipo histórico-comparativo que le permita recuperar a la vez la particularidad y la universalidad del hecho social.
Pero la segunda determinación que opera sobre Weber tendrá quizás más importancia como estímulo para su labor específica. En el momento en que él madura su obra, el peso de la orientación marxista es grande en Alemania, mientras en Francia es casi nula.
Weber "dialoga" permanentemente con Marx o, mejor, con el marxismo vulgar de tipo economicista, al que trata de superar, pero teniéndolo permanentemente como interlocutor intelectual. Se ha dicho que el objetivo de Weber era completar la imagen de un materialismo económico con un materialismo militar y político; el tema central que le permitirá poner en práctica esa propuesta es el origen y el carácter del capitalismo, preocupación absorbente en la obra weberiana.

En efecto, ese es su tema central y él aparece tanto en La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1904-1905) como en la Historia económica general, publicada en 1924, cuatro años después de su muerte.

Su obra fundamental -también póstuma- Economía y Sociedad (1922) es una monumental síntesis conceptual en la que su teoría sustantiva aparece enriquecida por una abrumadora erudición histórica.

El análisis de los orígenes y las características del capitalismo le permite a Weber desplegar sus críticas al marxismo economicista. Según su punto de vista, condiciones históricas para el capitalismo, entendido como "sistema de empresas lucrativas unidas por relaciones de mercado", han existido en numerosas oportunidades. Sin embargo, tal sistema sólo se desarrolla en plenitud en la Europa de los siglos XV y XVI. La razón de ello es que en ese momento, a los datos económicos que ya habían aparecido en otras etapas de la humanidad, se sumó la aparición de una ética, la protestante, que favorecía en el nivel individual el desarrollo de comportamientos acordes con el espíritu de lucro y las relaciones de mercado. Eso no había existido en China ni en la India, sociedades en las que se habían dado en ciertas épocas condiciones económicas y sociales similares a las europeas de 1400.

De tal modo, la ética protestante (entendiendo a la ética como un sistema de valores y de normas de conducta derivadas) aparece como el factor principal para explicar el origen del capitalismo.

El método por el cual llega Weber a aislar la causa fundamental del capitalismo es el histórico-comparativo. Si, comparando sociedades diferentes, logramos igualar las principales variables -económicas, sociales, políticas, culturales, etc.- que aparecen en ellas, quedando una y solo una cuyas características no son compartidas por la totalidad, queda claro que es la decisiva para explicar la diferencia específica. Sería el caso del papel que juega la ética protestante en los orígenes del capitalismo como sistema social.

El análisis histórico pasa a ser sociológico cuando el científico construye, a partir de la realidad, conceptos-tipo o tipos-ideales.
"Se obtiene un tipo ideal -explica- al acentuar unilateralmente uno o varios puntos de vista y encadenar una multitud de fenómenos aislados, difusos y discretos, que se encuentran en gran o pequeño número y que se ordenan según los precedentes puntos de vista elegidos unilateralmente para formar un cuadro de pensamiento homogéneo".

Pero el punto de partida para esta construcción es el actor y la acción social; las relaciones sociales y los hombres interactuando. A diferencia de Durkheim, no la sociedad naturalizada sino el comportamiento individual . La sociología es, de tal modo, "una ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social, para de esa manera explicarla causalmente en su desarrollo y efectos".(6)

El Estado, la familia, cualquier formación social, deja de existir sociológicamente cuando no existen relaciones sociales que le dan sentido.

La característica básica de la vida social es la orientación de las acciones humanas hacia la consecución de determinados fines a través de la utilización de medios adecuados racionalmente para conseguirlos.

Este sería el caso extremo de la acción racional de acuerdo a fines, pero Weber reconocía otros tres tipos de comportamientos probables:

  • la acción tradicional,
  • la acción afectiva y
  • la acción con arreglo a valores.

La centralidad analítica de la acción con arreglo a fines surge de la metodología propuesta para la construcción de tipos-ideales (que siempre son tipos de acción): para explicar un comportamiento político, por ejemplo, hay que fijar primero cómo se hubiera desarrollado esa acción de haberse conocido todas las circunstancias y todas las intenciones de los protagonistas y de haberse orientado éstos para la elección de los medios, de un modo racional en relación con los fines. Este tipo-ideal así construido permitirá analizar las acciones reales como desviaciones de ese modelo.



EN SINTESIS

En realidad, resumir un pensamiento tan sistemático como el de Weber es una tarea inabordable. Su discurso tiene una textura perfecta y cada concepto supone al anterior en un escalonamiento lógico que opera por adición. El capítulo primero de Economía y Sociedad actúa en ese sentido como un largo prólogo imprescindible para comprender luego el derrotero total del texto.

Pero, pese al grado de abstracción alcanzado, el pensamiento weberiano no tiene nada de gratuito. Tanto como una sociología hay en él una filosofía de la historia, recorrida por una idea-fuerza, la de la Racionalidad. El desarrollo del hombre es el de una creciente racionalidad en su relación con el mundo.



Las regularidades en la conducta humana se deben principalmente al reconocimiento por los actores de la existencia de un orden legítimo que les otorga validez. Esa legitimidad -tan parecida como acota Parsons a la "autoridad moral" que respalda a los comportamientos en Durkheim- puede estar garantizada por la tradición, por la entrega afectiva, por el acatamiento a valores absolutos o por la adhesión a la legalidad estatuida positivamente. Esta última es la legitimidad contemporánea, sobre la que se construye el moderno tipo de dominación, legal y burocrática, racional.
Racionalidad y dominación burocrática, impersonal, son dos temas conexos.

El capitalismo realiza ambos supuestos y los lleva a su grado máximo. Es así el punto de llegada de la historia, y el socialismo propuesto por los marxistas -interlocutores de Weber especialmente a través de la poderosa socialdemocracia alemana- no significaría ningún cambio substancial: en todo caso, una variante más dictatorial de esa misma trama histórica que arranca desde lo sagrado para llegar al período actual de "desencantamiento del mundo", en un proceso indetenible que Max Weber reconocía en tanto científico, pero que íntimamente rechazaba.



EN SINTESIS

Max Weber y Emile Durkheim coronan el edificio de la sociología clásica.
Después de ellos poco se avanzará teóricamente, salvo en el esquema del contemporáneo Parsons, que comporta más una síntesis -a veces ecléctica- de los grandes autores que lo antecedieron y de la cultura universitaria de su tiempo. El único avance logrado lo ha sido en el campo de las técnicas específicas de investigación, no en las grandes líneas teóricas. La sociología contemporánea -que como ciencia del hombre ha quedado muy atrás de la lingüística, de la psicología y de la economía- se ha reducido a una teoría general formal, integrada por teoremas abstractos deducidos de un modelo de comportamiento racional, acompañada por un cuerpo de técnicas aptas para estudiar correlaciones empíricas, a partir de lo dado.

El círculo abierto a mediados del siglo pasado para oponer una nueva ciencia de la sociedad al fantasma del socialismo se ha cerrado sin que la sociedad haya recuperado el equilibrio perdido.

 

(5) Talcott Parsons, La estructura de la acción social, Madrid, Guadarrama, 1968, tomo II, Pág. 816.

(6) Max Weber, Economía y Sociedad, México, FCE, 1964, tomo I, Pág. 15.

 
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