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El conocimiento riguroso de la realidad "política" fue inaugurado por Aristóteles hace 24 siglos. En relación con lo que hoy entendemos por política presenta una serie importante de diferencias, pero también una serie de semejanzas. Aristóteles no hubiera concebido el sentido de una política orientada a la conquista y conservación del poder por parte de una persona o grupo de personas, al triunfo en una elección, a la derrota del enemigo o a la primacía del individuo sobre la comunidad política, que se constituye como un dispositivo al servicio del deseo de los individuos. |
Para Aristóteles, la política tiene fines naturales. Por naturaleza, los antiguos entendían la política como lo que crece en virtud de sí misma y se impone como fundamento de toda ley, convención o nomoi. "El hombre es un animal político" significa que no existe el hombre sino estructuralmente inmerso en la comunidad política. Los hábitos configuran a las personas como tales y son provistos naturalmente por la comunidad a los integrantes. La comunidad política, en consecuencia, completa y perfecciona a la condición del individuo. Por ello, la ciencia política aristotélica presenta una oposición irreductible con la idea moderna que sostiene que la combinación espontánea de egoísmos individuales favorece el bienestar general.
Para Aristóteles la ética es una parte estructural de la política. Todo en la naturaleza está inclinado a fines. La comunidad política es natural. Por lo tanto, la comunidad política está inclinada hacia fines.
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Ahora bien, ¿cuál es el fin de la comunidad política? |
El fin de la comunidad política no puede ser un medio para otra cosa. Por ejemplo, las ideologías totalitarias sostienen fines contradictorios: guerra y paraíso. Todas las ideologías plantean esa correlación entre el sacrificio inmediato y el paraíso en el futuro. Una visión así le hubiera parecido ridícula a Aristóteles. ¿Por qué? Porque es improbable la correlación entre una magnitud y otra. Para Aristóteles el fin de la comunidad política es la felicidad. Esta palabra en castellano presenta una serie de equívocos, que han surgido como consecuencia lógica del proceso de pasaje en la historia de la lengua y la cultura.
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Para Aristóteles, la felicidad no es un sentimiento pasajero de placer, no son solamente “momentos felices”, ni tampoco es siempre y rigurosamente posible en todos los casos: por distintas circunstancias- no controlables ni por la persona ni por la comunidad- hay personas que no pueden ser felices. |
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En griego, felicidad es "eudaimonia". "Eu" significa buen, "daimon", demonio. Los griegos no tenían la idea precisa de los demonio en el sentido del Cristianismo, sino como entidades de origen divino que influyen en la conducta. La felicidad es el buen daimon de cada persona, es decir, que cada persona pueda vivir de acuerdo con lo mejor de si misma. Por ello, algunos autores traducen "eudeimonia" como florecimiento personal o plenitud vital, lo que estaría más en consonancia con el sentido de la palabra en Aristóteles.
Si la Ciencia Política es la Ciencia de la felicidad de las personas, se erige como la ciencia más importante en una comunidad. Lejos de ser una cuestión de incumbencia de especialistas o de un grupo de políticos es una ciencia arquitectónica, que regula y determina qué otras disciplinas científicas puede haber y cómo se les subordinan en orden a la felicidad de la comunidad.
En la actualidad, se habla de Ciencias Políticas.
Porque hay una gran cantidad de teorías (por ejemplo: teoría sistémica, conductista, elección racional, decisionismo, etc.) que sirven como instrumentos para aplicar al análisis de la realidad política. Cada una de las tantas teorías reivindica su lugar en la historia de la ciencia en función de su aporte específico, inexistente hasta su propia aparición, lo que suena bastante lógico. Pero el método de Aristóteles es inverso: Aristóteles parte del análisis de las palabras y las opiniones que están en la gente y desde ahí configura una comprensión científica. Es decir, va de la opinión sobre las realidades hacia la ciencia de la realidad. En el camino analiza a fondo los principios de los cuales ciertas realidades son prolongación. El análisis de los principios se llama "dialéctica". En la actualidad, se llama dialéctica antigua, para diferenciarla de la dialéctica moderna (la teoría de la contradicción hegeliana o marxista).
Pero hay más. En la actualidad, el cientista político toma una teoría y subsume una realidad. Por ejemplo; el marxista toma la teoría de la lucha de clases, la aplica a un período determinado (los años ‘70, por ejemplo) y dice: “He aquí la lucha de clases en la Argentina en los años ‘70”. Pretende que la ciencia que ha realizado sea conocimiento exacto, como es exacto decir: 2 +2 = 4. Para Aristóteles, en cambio, el conocimiento o ciencia política no puede tener la exactitud de una demostración geométrica (o de una operación matemática), pero tampoco es simple habladuría. Es un conocimiento subordinado a la naturaleza del objeto, es decir, a las dificultades y variaciones que presenta lo noble y lo bueno. Por lo tanto, a Aristóteles le parece tan absurdo buscar exactitud en ciencia política como “tan absurdo sería aceptar que un matemático empleara la persuasión”. |