|
¿Es posible un criterio autónomo de lo político? |
La pregunta admite una serie de respuestas que de modo provisorio podemos llamar “ingenuas” y suscita, además, una serie de búsquedas e indagaciones en torno a problemas complejos. Pareciera diferenciarse la política, como actividad práctica más o menos conscientemente desarrollada, de lo político, que aparece como fundante de la política misma. La política sería, así, el arte práctica que opera sobre una esencia que la sostiene, esto es, sobre lo político. En Schmitt, a diferencia de la visión clásica, lo político no es la condición comunitaria natural del hombre sino más bien la contradicción inherente a la condición humana, que es eminentemente problemática. Suele no siempre distinguirse entre estas dos posibilidades de la teoría.
|
El tránsito de lo político a la política no es lineal. |
La tesis clásica de lo político como condición natural del hombre no necesariamente es la base para una política moderada o virtuosa, en el sentido moralista del término. Y, en el mismo sentido, la distinción schmittiana de lo político como relación amigo- enemigo no necesariamente es el fundamento de una política belicista y agresiva. Puede entenderse lo político como condición comunitaria natural del hombre y superponerse una política como actividad práctica de alta intensidad a los efectos de restaurar la armonía perdida. O, por el contrario, puede entenderse lo político como esencia conflictiva de la condición humana y tentarse el camino del pacto o contrato como posibilidad de salida. En el tránsito de lo político a la política (camino de la filosofía) y en el tránsito de la política a lo político (camino de la política) la mediación de lo concreto es la incógnita cuyo despeje resuelve la ecuación.
La búsqueda de una definición del concepto de lo político implica- por cierto- un equilibrio ajustado entre extensión y comprensión, connotación y denotación (Hessen, 1957:174; Sartori, 1995:291). Se trata, pues, de las condiciones formales necesarias para evitar el extravío en la “noche oscura en la que todos los gatos son pardos” (Hegel, 2000:7-28) o, siguiendo con metáforas, en la limitación del “el pedazo de cielo que una rana ve desde el fondo de un pozo” (Mao Tse Tung: 1974). De todos modos, una definición no agota ni expresa completamente el concepto, cuya dinámica es como agua dentro del agua en el proceso histórico.
Con alguno de estos aspectos tropiezan definiciones de la política tales como “la práctica orientada al bien común”, “la búsqueda del interés nacional”, “una cuestión de fuerza”, “astucia y fuerza”, “la búsqueda del poder por parte de una élite”, “el arte de lo posible”, “una superestructura de la economía”. Todos estos enunciados pueden cumplir alguna función, pero aparecen como insuficientes, excesivos o confusos: aquí nos remitimos a ponerlos entre paréntesis (epojé), a los efectos de avanzar en la consideración del problema (Husserl, 1986).
Carl Schmitt se enfrenta con el problema de lo político de modo radicalizado. Schmitt busca una distinción específica de lo político, tan específica como son "bello" y "feo" para la estética, "bueno" y "malo" para la moral, etc.
En la versión de 1927 lo político emerge como un ámbito. En la versión de 1932 - que aquí consideramos- lo político es una intensidad. A propósito, el Comentario de Leo Strauss al texto de Schmitt pareciera ser el disparador de la modificación si no del planteo, al menos de ciertas conclusiones (Meier, 2008). La nueva tesis central de Schmitt deslinda lo político de un ámbito material específico y lo ubica como presupuesto de lo estatal, pues entonces se encontraba ensombrecido en el marco de la teoría del estado alemana de la época. “El concepto de estado presupone el de político” (Schmitt, 1985: 15). Por ello Strauss sostiene- acaso con cierta ironía- que el texto de Schmitt está al servicio del Estado.
Schmitt afirma que “la equiparación de ‘estatal’ y ‘político’ es incorrecta y errónea en la misma medida en que estado y sociedad se compenetran recíprocamente y todos los asuntos hasta entonces ‘solo’ sociales se convierten en estatales, como ocurre necesariamente en una comunidad organizada de modo democrático” (Schmitt, 1985: 19). La búsqueda de una distinción específica de lo político análoga a las distinciones de "bueno" y "malo" en moral, "bello" y "feo" en estética, etc., es puesta en cuestión por Strauss en tanto lo político- de este modo- constituiría un ámbito más en el interior de la totalidad sistemática liberal.
Por cierto, la reubicación de lo político como posibilidad formal de lucha que extrae su fuerza de sucesivos ámbitos materiales (religioso, metafísico, moral, etc.) pero, que no se agota ni reduce a ellos, es un paso en la elucidación de la autonomía de lo político. “La específica distinción política a la cual es posible referir las acciones y los motivos políticos es la distinción de amigo (Freund) y enemigo (Freind). Ella ofrece una definición conceptual, es decir, un criterio, no una explicación exhaustiva o una explicación del contenido (…) es autónoma no en el sentido que constituye un nuevo sector concreto particular, sino en el sentido de que no está fundada ni sobre una ni sobre algunas de las otras antítesis, ni es reductible a ellas”(1985:23).
|
Ante semejante enunciación, un pensador como Junger supo captar la osadía y sentido de la oportunidad del escrito de Schmitt: |
La distinción que introdujo entre amigo y enemigo fue como una mina que estalló sin ruido, pero que tuvo sus efectos. A mí me pareció evidente y la hice mía. (Junger, 1999: 83). |